1. Mi tío


    Fecha: 28/07/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Yo tenía 18 años, y la verdad es que sexualmente no tenía más experiencia que lo que me contaban mis amigas del colegio, lo poco que había visto por la tele y un medio noviete que tuve el verano anterior, cuando tenía 17 años, y que me duró el verano entero. Se llamaba Javi y la verdad es que no hubo mucho que digamos: besos torpes, manoseos, toqueteos, una vez que me enseñó la polla y que no me atreví a tocársela y nada más.
    
    Pero aquel año de mis 18 primaveras iba a ser diferente; era verano, y ya no tenía colegio, así que por las tardes me aburría muchísimo, porque mis padres estaban trabajando y yo estaba sola en casa hasta que por la tarde salía de paseo con mis amigas, y faltaban solo dos semanas para mi 18 cumpleaños. Mi tío Pablo, que es hermano de mi madre, tenía por entonces 37 años y era a la vez mi padrino; yo siempre le había tenido un cariño especial, era mi tío más guapo de todos, también el mas joven, y mis amigas se morían de envidia cuando me iba a veces a buscar al colegio y lo veían tan guapo, con ese pelo negro muy peinado hacia atrás, esos trajes que llevaba siempre tan elegantes y sus ojos azules como el cielo, molaba un montón tener un tío así, y él siempre me trató mejor que a mis primos, los mejores regalos de Reyes eran para mí y era un poco su niña mimada, pues él nunca llegó a casarse.
    
    Mi tío Pablo tenia una joyería, no muy lejos de mi casa, así que una de esas mañanas aburridas en casa cuando sonó el teléfono en casa, salté a cogerlo ...
    ... esperando que algo me sacase del aburrimiento: era el tío Pablo que me preguntaba si no me apetecía pasarme por la tienda a escoger alguna joyita para mi regalo de cumpleaños, pues a mediodía cerraba la tienda y podría así atenderme solo a mi.
    
    Por supuesto que fui, me vestí corriendo y fui a la joyería de mi tío Pablo a todo correr, tanto que cuando lleguçe estaba sofocada y hasta colorada.
    
    Mi tío cerró la puerta tras de mi con el cierre de la tienda, y yo fui a lavarme la cara al lavabo; cuando regresé a la tienda, mi tío Pablo ya estaba sacando sobre el mostrador las bandejas con las cadenitas de oro y los colgantes con perlitas que sabía que más me gustaban.
    
    Me acerqué, y empecé a mirar aquellas maravillas, me gustaban todas, y mientras yo miraba y tocaba las preciosas joyas, mi tío Pablo estaba sentado en un taburete detrás de mí, contándome los kilates de esta cadenita o el brillo maravilloso de aquella pulsera, y tan entretenida estaba yo que casi ni me dí cuenta de cuando empezaba mi tío a acariciar mi pelo y mi nuca suavemente, detrás de mi, y de cómo iba bajando su mano por mi espalda acariciándola hasta pararse en mi cintura. Yo llevaba puesta una faldita no muy larga, de tablas, como las del colegio, y la verdad es que ni por un momento me dio miedo la mano de mi tío bajando hacia mi culito, me gustaba tanto la situación que me sentí la princesa de mi tío, aquel hombre tan guapo estaba respirando detrás de mi como agitado, hablaba muy bajito y yo estaba ...
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