1. Ayudando a Mamá (06).


    Fecha: 05/08/2018, Categorías: Incesto Autor: nokomi, Fuente: RelatosEróticos

    ... el culito de Naty.
    
    Aceleré notablemente el bombeo, su culito ya se estaba acostumbrando al tamaño de mi verga y me daba más libertad. Podía clavarla hasta el fondo y sacarla casi toda. Cuando volvía a entrar lo hacía fuerte, de un solo envión. A mi prima le estaba gustando cada vez más, arqueaba su espalda y jadeaba mientras yo la sacudía con fuerza. Tenía miedo de partirla en dos, era muy delgadita. Cuando estábamos en nuestro mejor momento veo a alguien parado en la puerta de mi cuarto, casi le parto la columna a mi prima del susto.
    
    - ¡Auch! – gritó Naty – Ah, hola tía. ¿Cómo estás? – la saludó con una sonrisa como si estuviéramos jugando a las cartas.
    
    - Hola chicos – mi madre se tomó la situación con mucha calma, de hecho se veía bastante tiste.
    
    - ¿Querés venir? – a Naty no le quedaban escrúpulos.
    
    - No querida, hoy no tengo ganas. Otro día – hablaban de sexo entre familia como si fuera lo más natural del mundo, me causó bastante gracia la situación y no detuve las penetraciones, allí mi madre notó que le estaba dando por la cola – ah mirala vos a la nena, no pierde el tiempo. Bueno, me voy a preparar la cena, cuando terminen comemos algo.
    
    En cuanto se retiró volví a mi tarea. Partir el culito de Naty.
    
    - ¿A vos también te van las nenas? – le pregunté porque invitó a mi mamá a unirse a la acción.
    
    - Ahh, no te conté. Me estoy comiendo a una pibita – separó más las nalgas para que yo pudiera cavar tranquilamente.
    
    - ¿A quién?
    
    - A la hermanita de ...
    ... Juanjo – Juan José era uno de mis amigos del barrio.
    
    - Bue, ni tan hermanita, la pendeja ya debe tener sus veintitantos, es un camión.
    
    - Tiene 19 y no sabés cómo la chupa. Es re torta.
    
    Escuchar eso me hizo volar de placer. Me encantaba escuchar hablar a esta putita. Le quise dar con más ganas. Esta vez empleé toda mi fuerza en darle caña. Ella comenzó a irse hacia adelante hasta que quedó de cara contra la pared y con sólo las rodillas sobre la cama.
    
    - ¡Ay, ay, ay! No, pará ¡Ay! Pará.
    
    No paré ni por un segundo. Su apretad culito me estaba dando el placer de mi vida, aproveché la posición para frotarle el clítoris con una mano y de paso jugar con sus tetitas. Seguía rogando que parara pero yo sabía que ella quería más. La besé en el cuello y eso la tranquilizó un poco.
    
    - ¿Te vas a tomar la lechita? – le pregunté al oído.
    
    - No.
    
    - ¿No? – estaba sorprendido – pensé que te gustaba… con tantos petes que hacés.
    
    - Si, pero no me gusta la leche.
    
    - ¿Nunca te la tomaste?
    
    - Si, muchas veces, por eso sé que no me gusta.
    
    - ¿Entonces por qué, la tomas? – hablar de estas cosas mientras la cogía me daba más morbo.
    
    - Porque me obligan. A veces cuando los tipos acaban me agarran de la cabeza y me hacen tragar todo, ahhhhh – le metí un dedo en la concha.
    
    - No parece que te disguste tanto, porque ya debés saber cuándo un hombre está por acabar, podrías sacar la cara antes. Yo creo que a vos te calienta que te obliguen a tomarla todita.
    
    - Mentira, no me ...
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