1. Despues de que se la metí por el culo para no pecar, esta vez por el chocho


    Fecha: 11/08/2018, Categorías: Incesto Autor: Hansolcer, Fuente: SexoSinTabues

    No hubo manera de olvidar lo que viví con mi tía aquella tarde, el empacho parecía que había desaparecido, pero el solo recuerdo del culo de mi tía tragándose mi verga otra vez me ponía como burro en primavera y fantaseaba que mañana mismo regresaría con el pretexto de necesitar que me sobara otra vez, pero ahora le daría por el chocho – pensaba - Cualquiera que me conociera hubiera creería que estaba zafado del cerebro, por que a mis 26 años aunque no estaba con pareja alguna si tenía varias mujeres con las que podía deslecharme cuando quisiera. Porque mi tía de 40 y tantos, porque con ella que quizá no era agraciada físicamente. Sin tetas grandes, bajita de estatura. La respuesta ni yo mismo la tenía, pero imaginar que me la cogia me empalmaba y esa noche me masturbe un par de veces, gimiendo y pensando que esa leche que derramaba se la echaba en la boca o mejor en su panocha, no adentro, sino en los labios vaginales. Esos labios que había visto, delgados acordé a su pequeña vulva y de los cuales apenas se dejaba ver una cresta de gallo muy chica. Inconsciente apreté mi mano pensando en lo apretada que debía ser mi tía, aunque me vino el recuerdo que cuando la vi ensartándose la vergota de aquel ex policía que la cogio junto con sus amigos cuando yo apenas tenía 13. Acostumbrado a levantarme temprano, las seis me fui a correr un poco. A las 08:00 ya había desayunado ante la alegría de mamá, quién de nuevo me comentó lo buena sobandera que era Tía Fátima. – Si todavía ...
    ... sientes algún malestar deberías de ir a que te revise otra vez – me dijo – a lo que le respondí que iba a esperar un poco, aunque en mi interior deseaba que ya fueran las 10 de la mañana, hora en que se quedaba sola e ir a que hacerle todo lo que había fantaseado desde ayer. Llegado el momento me vestí con ropa deporte, pants y playera. Mamá no estaba y me fui directo a donde vivía Tía Fátima. Su casa era una más en aquella naciente lotificacion semi rural, en donde la mayoría de construcciones eran de ladrillos de adobe y techos de lámina, adornadas con el obligatorio árbol en el patio, ya sea de limón o aguacate. La mayoría con cocina de leña, la que normalmente construían a la entrada de los cuartos en donde dormían. Nomas entrar la vi, de espaldas, atizando el fuego de algo que cocina en el fogón. Sabedor de a lo que iba, tuve a bien correr el clavo que servía de pasador a la puerta y así no pudieran sorprendernos. – Buenos días Tía - salude alzando la voz -, como si en el fondo quisiera cerciorarme que no hubiera alguien más adentro. Me miró correspondiendo mi saludo y otra ve sopló tratando de avivar el fuego. - Cono seguiste? – dijo mirándome de arriba abajo como si quisiera examinarme. - La verdad necesito otra dosis de lo que me dio ayer – dije arrastrando las palabras – - Tan mal está el empacho – dijo – aunque supe que no se refería a ninguna enfermedad. Nos miramos, sonrió. Me acerqué hasta quedar uno frente al otro a un palmo de distancia. Podía ver en sus ojos que ...
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