1. Mi adorada puta


    Fecha: 27/07/2017, Categorías: Gays Autor: Carlos Zeta, Fuente: CuentoRelatos

    ... una tus prendas: primero fueron los zapatos, que volaron a algún lugar de la habitación; luego la bombacha, que dejó al descubierto tu culo perfecto, después te saqué a los tirones el vestido, y cuando te diste cuenta de que estaba dispuesto a hacértelo hilachas con tal de ponerte en bolas, dejaste de resistirte. Finalmente te desabroché el corpiño. Besé tus tetas. Ya no hacías nada para evitarlo. Sólo parecías pretender estar distante mientras yo hacía lo que quería con vos.
    
    Te puse sobre mi regazo, boca abajo, y con el dedo acusador comencé a castigar tu culo. Lo mandé sin preámbulos hasta el fondo. Te retorciste sobre mi cuerpo y gemiste como puta. Te enterré el dedo otra vez, y luego otra vez, y muchas veces más. Tu cuerpo desnudo, se arqueaba cuando recibía mis ataques. “Así que no querés que te coja, ¿eh, puta?” Te susurré, humillándote con mis palabras, mientras te seguía humillando con mi índice que ya se enterraba hasta el fondo con mucha facilidad.
    
    ¡Qué hermoso era verte sometida a mi voluntad, putita hermosa! “Así es como se pagan los préstamos” te dije, agarrándote del pelo de nuevo, para acercar tu rostro a mi falo impaciente.
    
    Esta vez no dudaste en metértelo en la boca. Quizá querías terminar con eso lo más rápidamente posible. Me la chupaste con la maestría de una puta veterana de Liniers. Con esa carita de nena bien eras capaz de hacer las cosas más obscenas. Me mirabas mientras lo hacías. No sé qué querías encontrar en mis ojos, observándome con esa ...
    ... mirada acusadora mientras mi verga todavía se sumergía en vos, hasta casi llegar a la garganta. Pero no ibas a encontrar redención. Para que no te quepe duda de esto, te hice tragar mi eyaculación.
    
    Cuando pensaste que te iba a dejar en paz, comencé a jugar con tus tetas. Las olí, las estrujé, mordí tus pezones, viendo como las mamas se hinchaban y los pezones se endurecían. El cuerpo no miente, aunque fingías desinterés, mis estimulaciones surtían su efecto. Separé tus piernas. Me pediste que use preservativo, pero yo quería sentir hasta el más mínimo detalle de nuestro encuentro, sin un plástico de por medio. Así que te la enterré, adentrando la mitad de mi tronco en la primera embestida. Giraste la cara, apoyando una mejilla sobre la almohada, cerraste los ojos, parecías una bella durmiente, pero te estremecías, y movías toda la cama, cuando te perforaba hasta el fondo una y otra vez.
    
    Te agarré del cuello. Me miraste con miedo, a pesar de que apenas presionaba. Me gustó sentir tu temor, así que me quedé en esa posición hasta que acabé adentro tuyo.
    
    Me acuerdo de esa noche, igual a que me acuerdo de todas nuestras noches, mi querida putita.
    
    Mientras yo salía de tu departamento, vos, todavía medio desnuda, recogías los billetes que habían quedado desparramados en el suelo.
    
    Así que ya sé que pronto nos veremos. Algún día vas a caer y vas a recurrir a mí, ya sea porque necesites plata, o simplemente para mantener viva esta relación retorcida que tenemos, porque ...