1. La reeducación de Areana (8)


    Fecha: 14/08/2018, Categorías: Confesiones Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    Si la supera vendrá la graduación como sumisa y después sí la devolución a su mami.
    
    -¿Qué es eso de la graduación? –quiso saber Elena.
    
    -Una ceremonia conmigo, la pupila, Marisa y Milena.
    
    -¡Pero dame detalles!
    
    -Te calentaste, zorra… -dijo Amalia en tono burlón.
    
    -Y sí, me suena excitante eso de la pendeja con ustedes para ser graduada como sumisa. ¡Dale, contame!
    
    -No, mejor te invito a que participes con nosotras cuando llegue el momento.
    
    -¡Sos una hija de puta! ¡¿Me vas a dejar con la intriga?!
    
    -Así es.
    
    -Bueno… -dijo Elena resignada. – Espero que esa ceremonia me compense esta frustración.
    
    -Te va a compensar con creces. –prometió Amalia.
    
    ……………
    
    Una semana después, mediante la pomada y el hielo, los moretones habían desaparecido del culo de la pupila. La niña estaba en condiciones de ser sometida a una nueva prueba de obediencia y Amalia confiaba en que fuera la última.
    
    Era el atardecer cuando dispuso que Milena se la llevara a su habitación.
    
    -Adelante. –autorizó al escuchar los llamados a la puerta. Entonces entró primero la asistente empuñando la cadena del collar y luego la pupila en cuatro patas.
    
    -Dejámela. –dijo Amalia y Milena se retiró.
    
    Al quedar solas le ordenó a la pupila que girara. Cuando Areana lo hizo exhibió ante la dueña de casa su culito libre ya de toda coloración violácea. Sentada en el borde de la cama, Amalia sonrió complacida y ordenó:
    
    -Volvé a girar. –y Areana quedó otra vez de frente a ella.
    
    -Oíme ...
    ... bien, perrita. Cada vez que yo te dé una orden, antes de obedecerla vas a decir “sí señora”. ¿Entendido?
    
    -Sí, señora.
    
    -Bien. Y esto vale para las órdenes de mis asistentes y de cualquier otra persona de aquí en adelante. ¿Está claro?
    
    -Sí, señora.
    
    -Muy bien, putita, muy bien. Y ahora escuchame con atención.
    
    -Sí, señora. –musitó la niña sintiendo otra vez lo que sentía siempre en presencia de Amalia: miedo, respeto y excitación, una suma de sensaciones a las que ahora se sumaba algo tan inquietante como inevitable y morbosamente excitante. Era la noción de que estaba sintiendo a su educadora como esa figura de madre que le hubiera gustado tener y que no había encontrado en la suya. Una madre dominante, rigurosa, capaz de marcarle el camino y tenerla a rienda corta, capaz de castigarla y descubrirle los altos valores de la obediencia y la sumisión, como había hecho Amalia. Semejante revelación la conmovió, pero a la vez la llenó de dicha y de una plenitud como jamás había experimentado.
    
    Amalia había comenzado a hablarle mientras sostenía en su mano la cadena del collar:
    
    -Voy a someterte a una nueva prueba de obediencia, perrita, y espero de todo corazón que la superes para poder graduarte como sumisa. Confío en que ya estés lista para comenzar tu nueva vida, tu verdadera vida, porque sin duda lo que viviste hasta ahora fue apenas una simulación, no tu vida.
    
    Areana la escuchaba temblando de ansiedad por el efecto que habían provocado en ella las palabras de ...
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