1. TÍTULO. SOY UNA MADRE BISEXUAL Y FOLLÉ CON MI HIJO


    Fecha: 15/08/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... semen.
    
    Después de que concluyera el jueguecito anal, le hice echarse bocarriba tumbado en mi lecho y me subí abierta de piernas encima de él y me introduje su pene erecto en mi chocho. Fue una cabalgada salvaje la que le hice, ya que la textura de su pene, su dureza y grosor, su longitud, me devolvieron el deseo sexual hacia los hombres y me olvidé de mis sesiones lésbicas, que eran gratas, pero más el follar con mi hijo, por muy vestido de mujer que estuviera.
    
    Movía las caderas rotando como una batidora y el culo. Subía y bajaba, me metía hasta lo más profundo de mi coño su picha y él me chupaba las tetas, me mamaba los pezones y jugaba con esos dos melones carnosos y femeninos que siempre han causado deseo en los hombres y envidia en las mujeres, ya que sin operármelos y después de haber tenido un hijo parecen tan tersos y altivos como los de una jovencita.
    
    Cuando se corrió en mi coño y me llenó con chorros de leche, le di las gracias, grité su nombre y tuve una cadena de orgasmos que me dejaron hecha una piltrafa, ya que tenía todo el coño y el culo lleno de leche y la cama mojada, pero no me importó.
    
    Hicimos un sesenta y nueve y después de lavarle a mi hijo la picha y de escondérsela atada entre los muslos, le dejé uno de mis vestidos más sexys, y tras darle un repaso a su estética ambas nos fuimos cogidas del brazo, a ver boutiques y lencerías, para proporcionarle unos vestidos, tangas, sujetadores y medias propios. También unos saltos de cama, unos ...
    ... picardías, etc. Era una perfecta mujer y nadie se dio cuenta de que era un muchacho en vez de una nena.
    
    Lo puse a trabajar en las vacaciones del instituto en el gimnasio femenino, donde yo trabajaba como secretaria. Él, vestido de mujer de la limpieza, iba, por todas las instalaciones, tan feliz, donde muchas señoras y señoritas estaban desnudas, creyendo, erróneamente, que solamente allí estábamos un grupo de mujeres, nunca un hombre, aunque fuera travestido.
    
    Se ponía a limpiar las duchas cuando las clientas se estaban duchando y se hartaba de ver culos, tetas, chochos, de mujeres de todas las edades y yo me reía imaginando la cara que pondrían las puritanas, si supieran quien era el que se escondía bajo esa apariencia femenina, o mejor dicho de mujer preciosa.
    
    Llegó tan lejos en su transformación femenina, que era perfectísima, que llegó a meterse en la cabina del baño de señoras con una compañera mía, que tenía 32 años y acababa de parir. Lourdes, que así se llamaba mi compañera, se bajó la braga, se limpió el chochito—según comentó mi hijo—y él se tuvo que sentar en el inodoro para que ella no le viera el pollón que ocultaba y la erección que ese monumento de mujer le había provocado.
    
    Ahora han pasado dos años y mi hijo y yo, follamos todos los días, somos una pareja de lesbianas, aunque él tenga una buena polla, de momento, pues ha seguido ya un tratamiento hormonal y tiene tetas, piernas, cara y culo de mujer y cuando reúna un dinerillo se someterá al cambio de ...