1. Quédate en mi casa


    Fecha: 16/08/2018, Categorías: Poesía Erótica, Autor: Nancybella, Fuente: CuentoRelatos

    Tenía años que no veía a mi primo Esteban, pero podía recordar ese rico pene cuando él y su hermano me cogieron en los viajes que realicé a su rancho. Era un joven en ese entonces, muy trabajador, con facciones indígenas y el cuerpo cobrizo, con brazos fuertes y un pectoral marcado y por supuesto, un pene rico que me hizo vibrar tantas veces cuando me penetró.
    
    Pero era mi primo y la vida tenía que seguir. Fui dos o tres veces y en todas ellas me poseyó ricamente hasta dejarse saciada. Posteriormente se casó y yo me entregué a una vida desenfrenada, de mucho sexo, cientos de hombres. Luego me casé y ahora estoy divorciada, ni hablar, pero la vida tiene que seguir como les dije.
    
    Luego de darle indicaciones de cómo llegar a casa. Esteban tocó a mi puerta. Era viernes y unas dos horas antes mi esposo se había llevado a mis hijos a su casa. Volverían hasta la tarde del domingo. No tenía planes de salir y por ello decidí dar hospedaje a mi primo que había pasado unos días difíciles con la enfermedad de su mamá.
    
    Abrí y lo vi. Sólo se habían endurecido sus facciones. Ya era un hombre de 53 años y con hijos de no menos de 20. Seguía viendo musculoso su cuerpo y quizá un poquito de panza, pero era casi imperceptible. Nos abrazamos y nos felicitamos de vernos bien. "No has cambiado nada prima", me dijo. Fue un halago, ya tengo 44 años y la verdad es que en algún momento la edad me alcanzará. Lo único que espero es estar sana y seguir así con este deseo de sexo que no me deja ...
    ... ni un día.
    
    De la plática pasamos al comedor. Le ofrecí ricos platillos y como postre un flan y unas copas de crema de café.
    
    Nuestra plática era interminable y nos relatamos algunas cosas. Conversó que de cuando en cuando tuvo una que otra aventura y cuando me preguntó a mí ni siquiera supe qué decirle. Sólo le respondí que me sentía plena y muy feliz.
    
    Le pedí que se sentara en la sala mientras llevaba los cubiertos a la cocina. Demoré un poco, soy fanática del orden y mi cocina debía estar limpia. Cuando terminé saqué dos cervezas del refrigerador y las llevé a la sala. Él dormitaba, quizá cansado por haber estado en el hospital. Puse las cervezas en la mesita de centro y le hablé y de nuevo se puso a conversar. Tomó la cerveza de a poco y yo por el contrario, la bebí enseguida y fui por otra.
    
    Noté que me miraba caminar hacia la cocina. De hecho me sentía hasta recatada en mi vestir. Traía una blusa cómoda y una falda corta apenas arriba de mis rodillas. Seguimos bebiendo cerveza y platicando.
    
    De pronto, comenzó a recordar aquellas visitas que hice a su rancho y no pudimos evitar reír, pero tampoco pudimos evitar calentarnos al recordar aquellas cogidas mañaneras cuando él y su hermano aprovechaban para emborracharme y después, a cogerme sin parar. La plática se encendió aún más cuando me dijo que no podía olvidar cuando él y su hermano me habían aprisionado entre los dos, tomándome su hermano por la vagina y él rompiéndome el culo...
    
    Ya estaba nerviosa. ...
«123»