1. La amorosa hija (Parte 7)


    Fecha: 16/08/2018, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos

    ... tranquila.
    
    “Te lo comento para que tomes precauciones cuando estemos con ellos, y en la boda, ¿OK?”, continuó. “No renunciaré a ti. Me encantas como hombre y como amante. Nos complementamos. Nos necesitamos. Te deseo, y estoy segura que tú también”, dijo Anne.
    
    Sus bocas se unieron una vez más.
    
    Tomás terminó de alistarse, mientras Anne permanecía en su diminuta y provocativa ropa interior sentada en la cama, observándolo.
    
    “Que guapo estás. Si no fuera por el par de mojigatos, te pediría que me cogieras otra vez ahorita mismo”, dijo Anne al ponerse de pie y dirigirse al baño.
    
    Tomás le dio un beso en la boca, y salió. Bajó al desayuno, donde ya estaban su otra hija y su yerno.
    
    Anne llegó 15 minutos después que Tomás, luciendo radiante y fresca. Ya habían comenzado a desayunar. Estela no dejó de sentir su frustración y avivar de nuevo sus sospechas, preguntándose qué habría pasado la noche anterior. El plato de Anne estaba lleno de frutas, mientras que el de Estela de un pesado y grasoso desayuno y mucho pan con mantequilla, no muy distinto al de papi o de Mark.
    
    *********************
    
    El frío casi los hacía devolverse al hotel cuando salieron casi una hora después. Había restos de nieve en la calle y banqueta, pero el deseo de Anne y Estela de ir a visitar tiendas o simplemente pararse en aparadores, pudo más.
    
    No había muchas abiertas a esa hora aquella helada mañana de enero. A un par de cuadras del hotel, Mark y don Tomás les propusieron que ...
    ... continuaran solas, mientras ellos se irían de regreso, cosa que gustosas aceptaron.
    
    Por fin, las hermanas encontraron una tienda elegante abierta. Juntas, se fueron a ver vestidos, aunque ya venían preparadas para el elegante evento de esa noche.
    
    Estela no aguantaba las ganas.
    
    Anne recordó que papi le debía un negligé, pero comprarlo frente a la santurrona de su hermana sería una declaración de guerra.
    
    “Y… ¿cómo durmieron anoche Anne?”, preguntó finalmente Estela, mientras hurgaba la ropa. “Nos ganaron la suite elegante, fue lo primero que me di cuenta. Estaba muy elegante y bonito nuestro cuarto, pero nada que sugiriera que era para lunamieleros”, prosiguió. “La vi en los catálogos del hotel. Parece que todo el piso 20 son puras suites de esas”, dijo.
    
    “No te hagas la mártir, Estela. Papi de puso las llaves en la mano y tu saliste con la pendejada de que te daba flojera, ¿te acuerdas? Me decepcionaste. A Mark y papi también los sacaste de onda.
    
    Estela sonrió, como si se tratase de no haber sucumbido a una tentación.
    
    “Muy, muy a gusto sis”, continuó Anne. “Un desperdicio de cuarto. Me la pasé toda la noche pensando en Raúl”, continuó. “Tuve que mover a papi algunas veces en el sofá-cama, porque roncaba como camión. Luego, le cambié y me fui yo al sofá, y santo remedio, pude dormir como nunca de a gusto”.
    
    “Ronca como loco”, insistió Anne en algo completamente falso, para desviar su atención del tema.
    
    “Tiene un jacuzzy en forma de corazón y está lleno de ...
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