1. LA PATRONA EXIGENTE 3


    Fecha: 01/08/2022, Categorías: Hetero Tus Relatos Autor: Caramelo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    “Paulina, tan divertida como siempre, puso la comida…, y nos sentamos. Con la pija flácida era más fácil. «¿Está bueno?» «¡Buenísimo!» Totalmente distendidos, conversamos sobre todo. Mis estudios, su idea sobre lo que sería la “estudiantina” que había creado, nuestras familias…, y como habíamos ido a parar allí. ¡No toda en la vida es coger! Aunque…, verle las tetas, frente mío, del otro lado de la mesa…, hacía que, no muy lentamente, mi tronco se fuera parando. «¡Ahora viene el “postre”, mi amor!» «Si…, mi tesoro…, pero tengo que hacer un paréntesis… Necesito hacer la digestión…» «Claro, yo también…» Nos fuimos a acostar, a dormir. No sé cuánto tiempo…, pero me desperté sintiendo un encantador movimiento entre mis piernas. ¡Paulina me estaba mamando! «Hace siete años que no tengo el placer de hacer el amor así, como lo hacés vos. ¡No, no! ¡Qué siete años! ¡Nunca! ¡Nunca me sentí tan feliz! Sos único, tesoro, mi bebé. ¿Te molesta que te diga bebé?» «No, para nada, quiero ser tu bebé. ¡Dame la teta, mamita!» «Por supuesto. ¡No quiero que pases hambre!» Y me puso una de sus maravillosas tetas en la boca. ¡Chupar esos pezones es la gloria! «¿Por qué te gustan tanto mis tetas?» «Además de estos pezones duros y grandes como dedales, estos globos de terciopelo…, fijate en este sabor…, saboreá.» Pasé dos dedos bajo sus globos recogiendo la humedad que se forma allí, y los llevé a su boca. «¡Jajaja! ¡Esto es transpiración!» «¡Me encanta! ¡Y también esto!» Y besé la axila que tenía ...
    ... cerca. «¡Ay, me hacés cosquillas, guachito!» «¡Sos súper sabrosa en todo tu cuerpo!» «¡Sos divino! ¡Te merecés el postre!» Se levantó para sentarse sobre mi cara. «No. Así no. Ponete mirando hacia la cabecera. Te veo mejor… ¡y además te puedo amasar las tetas!» «¡Aja! ¡Picarón!» De esa forma mis ojos enfocan mejor la concha, y levantando los brazos le tomo las tetas con toda la mano. «¿Estás cómodo, tesoro? ¿No te aplasto?» «Para nada. Refregá la conchita contra mi boca.» «¿Así? ¿Te gusta?» El suave movimiento de sus caderas me hacía sentir todos sus labios en mi lengua. ¡Un placer único! Ambos suspirábamos y gemíamos. La comunión sexual entre mi boca y su concha era total. Los fluidos de Paulina se deslizaban por mi rostro. Era hermoso sentir esa humedad y calidez. Llegaban a las almohadas y a mi cuello. No faltaba mucho para saborear otro de sus espectaculares orgasmos. Paulina se aferraba a la cabecera de la cama. Veía como la apretaba con sus manos. «¡Si! ¡Sí! ¡Bebé, mi amor! ¡Me vengo! ¡ASÍÍÍÍ!» Derramó sus juguitos sobre mi boca y rostro, casi imposibilitado de tragar todo. «¡Ay, bebé, mi tesoro, me hago, me hago pis!» «¡No aguantés, largalo!» «¡Dios! ¿No te importa?» Mientras hablaba yo sentía el cálido y saladito sabor de su orina. «¡Dale! ¡Dale! ¡Todo!» Solté las tetas y apoyé las manos sobre sus muslos, para que no se levantara. «¡Uy Dios, qué vergüenza!» «¿Por qué? ¡Me hacés sentir que soy todo tuyo!» Se levantó al terminar. «¡Te voy a secar, mi amor!» «¡No, no! ...
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