1. ¿SEXO PROHIBIDO?


    Fecha: 20/08/2018, Categorías: Incesto Autor: Hansolcer, Fuente: SexoSinTabues

    Podía sentir la sangre caliente fluyendo por dentro, no en una dirección específica. Parecía que corría en círculos como si las venas no le fueran lo suficientemente amplias para moverse con entera libertad. Mi verga era un mazo de venas y carnes palpitando entre mis manos. El corazón me brincaba por dentro, mi respiración entrecortada. Estar pajeandome en mi cuarto me estaba dando un verdadero placer. Era media tarde y sabía que estaba sólo, mi mujer no llegaba hasta casi entrando la noche. Mis hijastros habían salido a hacer tareas. Mi nieta hoy de casi 14 estaba de vacaciones y se había ido a casa de sus abuelos. Bendita niña, lástima que no estuviera para enterrarle mis 18 cm. Cogérmela como Dios manda, tal como lo hacía desde hace más de un año. A medio vestir sobre la cama, sin pantalones, sin bóxer. Únicamente en camiseta deportiva. Con la mano derecha rodeando mi polla, apretándola como si con ello quisiera sentir la estrechez de una vagina. Subiendo y bajando el prepucio, imaginando que era alguna hembra quien me montaba. Nadie en especial, mi mente barajaba muchas de las mujeres que hasta hoy se han comido mi buen pedazo de carne. Increíble pensar que a pesar de los años, aún mis hermanas fueran parte de mi fantasía. Como no recordar, si aquellos coñitos fueron los primeros en tragarse mi verga. Aquel mar de pensamientos me excitaba al exceso, tanto que acelere mi paja. Me sabía sólo, con los ojos cerrados acelere mi paja hasta poder escuchar el típico ruido de mi ...
    ... pene siendo masturbado. Un leve gemido se escapó de mi boca y casi por instinto metí mi mano izquierda en busca de mis tetitas. Las tenía duras, paradas, sensibles. Tocármelas me daba un placer extra, tanto que pude percibir como mi verga se ensanchaba en mi mano. Una mirada a mi pene hizo que sonriera. Saber que con él había gozado a tantas mujeres hizo que me ganara la lujuria. La imagen de mi nieta sentándose sobre mi y engulléndolo todo apareció sin que yo pudiera evitarlo. Era una golosa al igual que su abuela. Porque mi mujer a pesar de tener más de 40 era exigente de sexo. Mi gordibuena esposa de ser posible quería palo todos los días. Dispuesto a acabar me acomode en la cama, recostándome sobre el oso de peluche que un día le regalé a mi mujer por el día de San Valentín. Abrí las piernas tanto como pude y siempre con la mano derecha baje centímetro a centímetro por todo el tronco hasta llegar al pegue. Con la otra mano apreté tanto como pude mis tetas pero esta vez fui más allá. Con la parte interna de mis dedos recorrí mi pecho hasta llegar al cuello, me acaricie como lo haría el mejor amante, sintiendo un has de electricidad por todo mi cuerpo. Palmo a palmo regresé a mis tetillas y ahora seguí por el estómago. Era excitante sentirme acariciado por mi mismo, tanto que seguí hasta que mis dos manos fueron a parar al mástil que era mi polla. La tomé con ambas y subí y baje tan lento como pude, quería imaginar, fantasear, sentir lo que mi mente me estaba regalando. Todo ...
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