1. Un profesor, una alumna y un colegio católico – Parte 6


    Fecha: 22/08/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Xander_racer2014, Fuente: SexoSinTabues

    ... mi brazo izquierdo entre los suyos y su espalda. La inmovilicé y la arrastré por la alfombra hasta poder alcanzar uno de mis cajones con mi otra mano. De ahí extraje unas esposas de cuero nuevas, recién compradas. Estaban forradas por dentro con un material muy suave que no deja marcas en la piel. Le apliqué una en cada muñeca y las anclé entre sí, para dejarla maniatada por su espalda. No conforme con esto, Cecilia seguía luchando y moviéndose bruscamente. Tomé otras dos esposas iguales y se las puse en los brazos, a media distancia entre sus hombros y sus codos. Al anclarlas, quedó muy tensa. Sus codos estaban prácticamente pegados uno a otro tras su espalda. Ahí ya no podía luchar. Todo movimiento era inútil. Estaba atrapada, como a ella le encantaba y tan vulnerable que podía hacerle lo que yo quisiera, lo cual le gustaba aún más. La puse de pie y me llené una mano con su pelo, bien arriba en su cabeza y la jalé hacia atrás, dejándola de cara al techo. Me pegué a su cuerpo como si un fuerte imán me atrajera inexorablemente y comencé a besar su exquisito cuello… mi manjar preferido. Mi mano libre presionaba sus senos, pellizcaba sus pezones, arrancaba sus gemidos más fuertes que nunca. Solté su cabello y lentamente recorrí su cuerpo con mi mano, desde la nuca, pasando por toda su espalda, rozando sus inmóviles brazos, hasta llegar a sus pantalones deportivos negros. Se los bajé hasta sus tobillos y volví con mi mano recorriendo sus pantorrillas, luego sus muslos, para ...
    ... seguir directamente hacia sus carnosas nalgas, que estrujé fuerte una por una. Por delante, mi otra mano recorría la base de sus senos, para luego descender por su firme región abdominal y con todos mis dedos apuntando hacia abajo, empalmar aquella vagina tan húmeda como caliente. Mi dedo medio, la penetraba doblándose en su interior, obligándola a contraerse de placer, hasta salir de ella y lubricarla por fuera con su propia humedad. Al llegar a su clítoris sus gemidos enloquecidos de placer colmaban el ambiente, llenaban mis sentidos. Me arrodillé frente a sus pies y le quité su calzado, para terminar de sacarle los pantalones. Dándole palmadas en la parte interna de sus muslos la obligué a separar sus piernas. Mi lengua era el órgano más desinhibido del mundo. El explícito permiso que Cecilia me había otorgado desde el primer día, me dejaba el camino libre para recorrer todo su cuerpo, como si tuviera que humedecer cada centímetro de su piel para poder reclamarla como mía. Y vaya si la reclamaba. Lamer su sexo me enloquecía y a ella la atrapaba en un callejón que no le dejaba otra salida que estallar en un orgasmo atómico, devastador. El hongo de su explosión la hacía gritar contorsionándose. Yo la sostenía fuertemente de sus piernas cuando comenzaba a temblequear, mientras ella jadeaba intensamente, a medida que yo bebía los jugos de su pasión… las mieles de mi victoria. - Esto no es nada puta cleptómana… verás lo que te pasa cuando te entregue a la policía. - No, por favor… ...
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