1. Un profesor, una alumna y un colegio católico – Parte 6


    Fecha: 22/08/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Xander_racer2014, Fuente: SexoSinTabues

    ... la policía no. Yo robo para alimentar a mis hijos… - En ese caso voy a colaborar. Yo te voy a dar la leche para tus hijos, perra… Estos diálogos nos divertían. Cecilia era capaz de fantasear sin límites, aunque todo era un medio para el sexo, que no era ninguna fantasía. La llevé a la cama y la tumbé boca arriba. Sus brazos permanecían tensamente esposados, ahora soportando el peso de su espalda. Le puse una nueva esposa en cada tobillo y llevando sus piernas hacia arriba y hacia atrás, las anclé a los barrotes de la cama. Inmóvil, expuesta, ofrecida… así yacía mi dulce sumisa. Sus nalgas hacia arriba y la separación de sus piernas me permitían el contacto visual con sus dos orificios. Al verlos me preguntaba por qué la naturaleza no nos daba a los hombres dos penes en lugar de uno solo. La imagen era tan tentadora que no podía esperar para aventurarme en su interior. La excitación del jugueteo previo me reclamaba una rápida y enérgica acción. En esa posición penetrarla duro era una imposición de mi naturaleza dominante y los gemidos de mi chica, más la expresión de placer en su rostro me convencían de que no podía ser tan malo ser así. Sé que otras mujeres se horrorizarían de solo escuchar un planteo semejante, pero Cecilia lo disfrutaba tanto que me obligaba a poner toda mi vehemencia en aquel sexo salvaje, feroz… y simplemente excitante. Tras varios minutos de sólidos embates, mi sumisa aullaba hasta enronquecer su voz y yo me salí de ella instantes después de su segundo ...
    ... orgasmo. Me retiré el condón y liberé una de sus piernas para poder situarme frente a su rostro. Conociéndome como nadie, abrió su boca justo a tiempo para recibir el potente chorro que la inundó de esperma. Ya liberada de sus anclajes, descansábamos juntos tendidos en la deshecha cama… abrazados… calmando la respiración, pero no tanto nuestras manos, que no dejaban de proporcionarse mutuas caricias de agradecimiento, de afecto, de amor… ¿era verdad?… ¿era posible un amor así?… cada uno de nuestros encuentros declaraban que sí con un irrefutable certificado notarial y por triplicado. La charla nos ayudaba a distendernos… - ¿La enfermera y el doctor?… ¿el jefe y la secretaria?… ¿el patrón y la mucama?… ¿no te gustan esos juegos?… - Sí, señor… pero la torpe ladronzuela que termina siendo violada es mi personaje preferido. Me gusta todo ese agite… - ¿Te gusta que te viole?… - Me fascina, Señor… lo gozo profundamente… La besé en sus labios y al acariciar su cuerpo la noté mucho más relajada. Cada vez que jugábamos a la ladrona terminábamos extenuados. - ¿Algún examen?… - No, señor… mi única duda era matemáticas, pero me fue bien en la última prueba y el profe me pasó. Le di un besito de agradecimiento en la mejilla y se quedó feliz como si me hubiese echado un polvo… - ¿Solo por el besito?… - No, señor… ¿cómo cree?… también me acerqué lo suficiente para rozarlo con mis pechos, tal como usted me enseñó. - ¡Esa es mi chica!… pero ya te dije que puedes llamarme por mi nombre. - Lo ...
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