1. En el centro de masajes


    Fecha: 27/08/2018, Categorías: Gays Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    El día había sido bueno y bien aprovechado, por la mañana las clases no tuvieron mayor complicación y pude conversar con dos profesores con los que tenía un cierto interés en orden a mi mejor expediente y de cara a la tesis. Comí en casa tras haberme comprado la comida hecha en un takeaway, estaba bastante buena. Al acabar mi novio sus dos clases por la tarde vino a casa para cambiarse y nos fuimos juntos a hacer un par de horas de footing. Nos habíamos bañado en el río aunque estaba nublado, no hacía calor, pero la carrera nos había agotado y el agua limpia y fresca nos fue bien.
    
    Regresando a casa, ya muy cerca de las casas de las afueras, di un traspié queriendo evitar unos ladrillos y me caí, como estaba al borde del camino y había un ribazo, me fui rodando hacia abajo como unos 20 metros, mis piernas tropezaron en algunos árboles y fui a parar con toda la espalda contra un árbol grande y de considerable grosor. Intenté levantarme y no pude, pero me quedé tranquilo al ver a mi novio que bajaba por el ribazo para auxiliarme.
    
    Cuando llegó ya me estaba enfriando y noté los fuertes dolores en la espalda, en las nalgas, en los muslos y en las piernas. Corny, mi novio, me ayudó a incorporarme y quería sentarme, pero la cintura y las nalgas no me lo permitían por el fuerte dolor. Corny me levantó la camiseta y me dijo que tenía la espalda roja de los golpes, tocó y no noté ningún dolor interno, era muscular; luego me quitó la pantaloneta y miró las nalgas y otro tanto, en ...
    ... las piernas tenía muchas rayas como flageladas por las ramas, pero no había sangre. Salimos de allí, siguiendo una senda, yo apoyado en los hombros de Corny. Lo que más me dolía era la cintura. Se lo dije a Corny y volvió a mirar, le parecía que tenía una contracción muscular y me dijo que me llevaría al masajista para que me aliviara.
    
    Subimos por el sendero que llevaba al camino y Corny, viendo que me sostenía y podía caminar aunque muy despacio por el dolor al final de la espalda, llamó al masajista para saber si me podía atender, le contestó que me esperaba y allí que nos fuimos directamente.
    
    Corny le explicó y se disculpó para irse a comprar algo de comer y que regresaría aproximadamente en una hora. Ya no tenía ningún paciente y me hizo pasar a la sala:
    
    — Entra ahí, desnúdate todo, súbete a la camilla boca abajo, traigo un aceite especial, para examinarte.
    
    A los pocos minutos apareció Eduardo, así se llama el masajista, me puso una toalla sobre las nalgas, puso música ambiental como japonesa y comenzó a examinar:
    
    — Pasaré mis manos por todo tu cuerpo, dime cuando te duele, no aguantes, quéjate si quieres, pero dímelo.
    
    — Ok.
    
    Tumbado como estaba no lo veía, mi cabeza ajustaba a un hueco ovalado de la camilla. Pasó sus manos por la cabeza y todo bien, ya yo me había cuidado de no tocar la cabeza al suelo. Cuando llegó al centro de la espalda di el primer chillido al apretar, luego siguió por la cintura y yo iba diciendo: «sí, sí, ahí». Levantó la toalla, ...
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