Casada, pero necesitada de macho
Fecha: 30/08/2018,
Categorías:
Voyerismo
Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos
... haberse condolido de aquel tremendo hombre a quien, sin embargo, ahora miraba más allá de su apariencia.
—Ah, y por cierto, no soy Señorita. Soy Señora, estoy casada —le dijo Renata a Otumbo.
Los días siguientes, Otumbo se convirtió en guía y segura compañía de la Licenciada. Los compañeros de él comenzaron a murmurar e hicieron comentarios burlones a costa de la relación entre el proletario trabajador y la Trabajadora social.
—Oye y, ¿por qué te llaman “El Bestia”? —le preguntó Renata una ocasión.
—Ah, no les haga caso a esos vatos. Ellos son más bestias que yo.
Renata rio.
—Bueno, pero debe haber un porqué.
Otumbo vaciló.
—Es que no soy como ellos. Ellos creen que si de por si no eres casado a mi edad ya es anormal. Luego, como no tengo que dar gasto, me critican por no andarme gastando la quincena en borracheras o en apuestas como ellos. Sólo por eso me tildan de “Bestia”. Creen que soy un tonto por no ser como ellos.
—Así que tú no tomas.
—Sí, claro que sí. Pero no al punto de despilfarrarme lo bien ganado así como así; ni mucho menos en apuestas o jugar la baraja. Digo, eso se me hace una pende... ah, “usté” disculpe.
—Bueno, pues entonces, no te molestará invitarme una cerveza.
—Ah... claro que no —respondió, sorprendido, Otumbo.
Fue así como aquellos comenzaron una conversación más personal y de mayor confianza en el camarote de aquél.
—...así que tú... perdón, así que “usté” quería a alguien especial para compartir su vida ...
... y por eso tardó en casarse —completó él, momentos más tarde.
—Pues sí, se podría decir que estaba esperando a mi príncipe azul, como dicen —dijo Renata, y sonrió.
—¿Y lo encontró? —preguntó Otumbo con mirada inquisitiva.
Renata desvió la mirada, su expresión se desencajó, y no contestó.
—Ay, mira la hora. Ya es bien tarde —dijo ella por fin, dejando su botella de cerveza sobre la mesilla que tenía al frente y comenzando a levantarse—. Es mejor que te deje descansar. Mañana tú inicias muy temprano tu jornada y yo...
Renata, habiendo dejado su faceta profesional afuera del camarote y animada por la cerveza ingerida, se había desinhibido frente al trabajador, sin embargo, ahora trataba de recuperar la compostura.
Otumbo, viendo que estaba por perder una valiosa oportunidad, se incorporó rápidamente y sujetó a la mujer de uno de sus brazos.
—Mire, la mera “verda´”, y con todo respeto, le juro que la primera vez que la vi creí que por fin había encontrado a la mujer con quien me iba a casar.
—¡¿Qué?! —dijo Renata, con sorpresa.
—Sí, de “verda´” buena. Es cierto que creí que era una... bueno una chica del talón, pero al verla así... tan bonita, tan fina... me dije a mí mismo, a esa mujer la saco de chambear y la hago mi esposa; le juro que así pensé.
Renata se quedo en silencio, y con los ojos bien abiertos, en una expresión que manifestaba el impacto que aquellas palabras le habían dejado.
Otumbo, aprovechando el estado de ella, no perdió ni un ...