El inquilino...
Fecha: 02/09/2018,
Categorías:
Gays
Masturbación
Autor: renovatio111, Fuente: xHamster
... el culo para después hincársela de nuevo hasta los huevos.-¡Ojalá nos pudiéramos quedar así hasta mañana! –le susurraba el hombre al oído.-O para siempre.Los besos se sucedían. Toño buscaba los cojones de su amante para acariciárselos y sentirlos contra los suyos. Acariciaba los muslos recios y peludos del inquilino. Se sentía plenamente suyo y esa sensación le era tan gratificante como un orgasmo.-Machácatela mientras te follo –le pidió el obrero- Quiero ver cómo te la meneas.Toño se tomó la polla entre las manos y se dio a masturbarse con morosidad. La polla de Carmelo, el chumbro, le taladraba cada vez con más fuerza.-¡Qué buen polvo estamos echando, chavalín!La voz del obrero, estremecida por el placer, añadió elementos de goce a todo cuanto el adolescente sentía.-Me corro –dijo casi llorando.Le quitó las manos de la polla y fue él quien terminó de sacudirle el pajote.De la punta del cipote del chico saliÓ un disparo de semen que fue a parar contra las baldosas.-¡Joder, eso ha sido una corrida de hombre, chavalín! –le dijo estremecido por el orgasmo que ya le asomaba en la voz. Y se entregó a las más contundentes enculadas contra las nalgas del adolescente derramándose en sus entrañas.Se quedaron abrazados sobre la colchoneta, prodigándose besos y caricias y quizás sintiendo lo afortunados que eran de haberse encontrado el uno al otro en esa sociedad represiva y difícil de 1970.La madre de Toño, ayudada por su hija, daba los últimos toques a la mesa. Eran ya casi las ...
... dos de la tarde y en breve llamaría a la puerta el inquilino de doña Engracia; lo había invitado a comer ese domingo como agradecimiento por defender a su hijo del despótico encargado del almacén. La casa olía a arroz caldoso, una especialidad que siempre era muy celebrada por la familia.Toño no paraba de nervios. Quería tener aspecto de adulto (ya se corría como tal, según le habíadicho Carmelo el último día que estuvieron follando) pero todo lo que tenía en su armario era ropa de niño. Se coló en los cuartos de sus hermanos por si ellos le prestaban alguna ropa. Pero lo despidieron mofándose de él al grito de renacuajo mimado.Toño tuvo que resignarse a vestir como el adolescente que todavía era.La familia se sentó a la mesa y esperó a que llegara el invitado.Pero a las dos y cinco nadie había tocado a la puerta. Tampoco a las dos y diez ni a las dos y cuarto. Los hermanos de Toño comenzaron a protestar.-Talvez se le ha olvidado –dijo la madre.-Si quieres, bajo a recordárselo –propuso el benjamín de la casa.El padre, hojeaba el periódico local ajeno a cuanto ocurría. Se comportaba con ese estúpido aire distante desde que cedió ante su esposa sobre el trabajo de Toño.-Sí, baja –aprobó la madre.Toño descendió las escaleras como un rayo y tocó en la puerta de doña Engracia.Abrió una mujer grande, de voz recia y que renqueaba de la pierna derecha por un reuma instaladoen la rodilla.-Buenas tardes, doña Engracia. ¿Está su inquilino?-¡Ay, hijo, el pobre Carmelo ha tenido que volver ...