Alex, 18 años, casi Alexia de tan lindo (2)
Fecha: 05/09/2018,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
Cuando había introducido dos falanges de ese dedo dobló el índice y comenzó a meterlo para luego hacer avanzar ambos dedos hacia el interior del culito mientras los gemidos y corcovos del chico se acentuaban.
-¿Te duele, precioso? –quiso saber la matrona.
-No… No, señora… -contestó Alex entre suspiros.
Ligia siguió un poco más con el ir y venir de sus dos dedos en el estrecho sendero mientras sobaba con su otra mano las deliciosas nalguitas del chico, que no dejaba de suspirar y gemir, hasta que decidió dar por terminada esa primera sesión. Quitó sus dedos del tierno culito y sentada en el borde de la cama, con Alex echado boca abajo, preguntó:
-¿Qué sentiste, nene?
-Me… me gustó, señora… -admitió el jovencito con las mejillas arrebatadas por la vergüenza.
-Mmmmhhhh, muy bien, bomboncito, muy bien… Mañana seguimos. En un rato te traigo la cena.
A la noche siguiente de esa primera sesión de trabajo en el culo del chico, Ligia agregó un dedo a los dos con los cuales había comenzado su tarea. Tenía a Alex nuevamente en cuatro patas sobre la cama y entonces, tal como la noche anterior, introdujo el dedo medio de la mano derecha en el estrecho sendero, regodeándose con los gemidos del jovencito, que eran, indudablemente, expresiones de goce. Luego repitió el operativo de plegar primero y meter después el dedo índice, ambos hasta los nudillos mientras el chico corcoveaba suavemente sin dejar de gemir y jadear. La matrona disfrutaba intensa y morbosamente de su ...
... tarea y una sonrisa lasciva le curvaba los labios.
-Gozás, ¿eh, perrito?...
-Sí… sí, señora… -admitió Alex luego de una pausa.
-Bueno, vamos a ver que sentís ahora. –dijo y al mismo tiempo hizo girar hacia la izquierda ciento ochenta grados sus dedos dentro del culo del jovencito e inmediatamente después metió el dedo índice de su mano izquierda sobre los dedos anteriores. Ante la nueva intromisión Alex volvió a corcovear, esta vez un poco más violentamente, al par que exhalaba un quejido.
-Ay, me… me duele, señora, me duele…
-Es que estás muy tenso, bebé, relajate, vamos, flojito… flojito… -y después de unos instantes el chico consiguió relajarse para beneplácito de la mujerona, que había interrumpido el ir y venir de sus dedos para favorecer la relajación de Alex, mientras admiraba la pureza y suavidad de la piel del jovencito, su absoluta ausencia de vello (salvo en las axilas y la zona genital) que contribuía decisivamente a darle esa sugerente ambigüedad tan excitante.
-¿Estás más relajado, bebé? –preguntó por fin.
-Sí… sí, señora, sí…
-Bueno, entonces voy a continuar el trabajo. –dijo Ligia y puso en movimiento otra vez sus dedos, con lentitud, prudentemente, atenta a la reacción del chico, que permanecía tranquilo, moviendo suavemente sus caderas hacia un lado y el otro entre gemidos.
Ligia se dio cuenta de que ahora estaba gozando y entonces se inclinó hasta rozar con su boca la nalga derecha de Alex. Besó la carne firme y tibia para después ...