Sábado y sin plan (II)
Fecha: 12/09/2018,
Categorías:
Masturbación
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Me imagino que muchos podréis imaginar lo que fastidia salir de casa un sábado por la tarde para trabajar y mucho más en aquella situación en la que me había marchado, tan caliente, pero no le podía decir que no, era una buena clienta.
Soy abogada, y en esos momentos llevaba su divorcio. Es uno de esos matrimonios tan bien vistos hoy en día, hacen una pareja la verdad que estupenda, los dos jóvenes, adinerados y guapísimos, pero por lo visto no funcionaba.
Ella es una mujer preciosa, de unos 35, pelo negro, muy negro, carita de niña pero cuerpo de impresión. Tiene unos pechos magníficos, los típicos pechos que tanto a hombres como mujeres nos resulta difícil no admirar, fruto de quirófano, pero con eso no tengo prejuicios, qué más da lo que está debajo si lo que está a la vista tiene un aspecto riquísimo.
La cosa era que ella aún estaba loquita por su marido ( y no me extraña ), él siempre de viaje, y como suele ocurrir en estos casos se fijaba en todo menos en lo suyo, a pesar de como os cuento que estaba mi clienta. Jesús, que así se llama él, es un tío imponente, alto, muy alto, morenazo, con un cuerpo de gimnasio completamente definido, no me extraña que cualquier compañera suya se muera por follárselo en cuanto se ponga a tiro, porque encima cuando te habla, te embelesa. Tiene voz de locutor y los Armani le sientan como un guante, siempre tan elegante, tan seductor. Las manos son perfectas, a mí personalmente me excitan. Las manos de un hombre cuando son ...
... bonitas son completamente sugerentes, yo no puedo evitar imaginarlas tocándome, acariciándome todo el cuerpo, y me imagino esos dedos tan bonitos introduciéndose dentro de mí... con él me imaginaba eso y mucho más. Bueno, como podéis comprobar a mí Jesús me gustaba mucho, casi tanto como su mujer.
Mientras me dirigía hacia su casa no hacía más que acordarme de la escenita que acababa de tener en la ducha, todavía estaba muy caliente y me ponía más. Cuando mis manos quedaron libres gracias al rojo de un semáforo, casi inconscientemente comenzaron a meterse por debajo de mi falda. Llevaba unas medias con liguero, odio los pantys, además de antiestéticos, me parecen un engorro en un momento como podía ser aquel, gracias a ellas pude llegar fácilmente a apartar el tanga que llevaba, completamente húmedo, y mis dedos se introdujeron directamente en mi vagina. Estaba completamente excitada, me hundía en el asiento de puro gusto. Metí mi mano entre la chaqueta y la camisa , esta era de raso blanco, no me había puesto sujetador y el contacto de mis dedos con mis pezones era delicioso. Por un momento me olvidé de dónde estaba y me masturbaba casi con las mismas ganas que lo acababa de hacer encima de mi cama, una mano no dejaba de entrar y salir de mi coñito, y la otra hacía fuerza contra el volante del placer que sentía, hasta que afortunada o desafortunadamente toqué el claxon, entonces mis ojos se abrieron y vi debajo de la luz verde del semáforo como un motorista se frotaba contra el ...