1. Verdaderas amigas - Cap. 4.- Reinas y sus tronos.


    Fecha: 30/07/2017, Categorías: Anal Sexo en Grupo Tabú Autor: Arandirelatos, Fuente: xHamster

    ... solicitar algo así humedeció mi vagina. Estaba dispuesta a tomar aquella hombría; tan enorme como estaba, más gruesa y larga que la de mi novio; y hundirla en mí. Quería resguardarla en mi intimidad; verme atravesada por una masculinidad que mi cuerpo anhelaba, deseaba. Mientras seguía lamiéndole su viril instrumento, acariciaba con mis dedos sus firmes pectorales, subiendo hasta su abdomen bien marcado. Como para saber que aquello que estaba viviendo era algo muy real (no tratándose de una fantasía o un sueño) me agarré de su vientre en un espasmo de agradecido éxtasis.—¡Ya Laura, ya! Te has pasado de los dos minutos, déjale respirar —de repente me gritó Norma.Me despegué de él inmediatamente, preocupada de haberle hecho daño. Adolfo tosió, y respiró a boca jarro, pero estaba bien. Miré a Norma y en ella vi la satisfacción de su obra realizada: Me había convertido en una mujer renovada, una que se atrevía ir más lejos de los límites morales que le habían impuesto; había estado ahí, igual que ella, muy bien sentada como toda una reina. Dos Reinas reposando en sus correspondientes tronos; ahora lo veo con claridad.Los otros dos chicos no llegaron a los dos minutos, ni siquiera al minuto y medio, sin embargo, Norma dijo:—No todos han superado esta prueba, pero han aguantado como verdaderos hombres. Laura, ¿tú qué opinas?, ¿crees que es justo que los tres disfruten del calor de nuestras entrañas?Sonreí, pues no sólo me hicieron gracia las palabras de Norma, sino que bien sabía ...
    ... lo que ella realmente deseaba para esos momentos.Norma tomó el robusto miembro de Domingo, apuntándolo hacia su vagina, y me indicó que yo hiciera lo mismo con el de Adolfo. A ambos penes ya les habíamos colocado condones. Las dos estábamos a media sentadilla a punto de asentar nuestras posaderas sobre el regazo de los muchachos. Ellos seguían atados a las sillas, que ya estaban de nuevo en pie.No habían perdido las vendas que cubrían sus ojos, por lo que ninguno sabía a quién iban a penetrar. Las dos habíamos estado muy calladitas para no dar seña. Esto hizo que la situación me pareciera de lo más excitante.En silencio, Norma hizo un conteo con gestos de su boca y con los dedos de una mano: «Uno, dos y... ¡tres!» tras éste último, las dos nos sentamos en nuestros respectivos “tronos”. Ninguno de los dos chicos supo a quién habían penetrado, pero aún pese a tal ignorancia lo gozaron, estoy segura de eso.Sentir el tieso y caliente miembro de Adolfo fue una total delicia. Juro que incluso, mientras me quedé quieta en aquel breve instante en que me acostumbraba a tan enorme falo, lo sentí latir dentro de mí; fue hermoso.Pero no podía quedarme allí pasiva, me moví con la avidez propia de la lujuria que en mí afloraba. Batí el trasero como nunca antes. Norma hizo lo propio. Sobre Domingo cabalgó como si quisiera domar a una indómita bestia que bajo ella se debatía.Afianzándome de sus rodillas, tomé apoyo de Adolfo para moverme hacia arriba y abajo en sentones que producían los más ...
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