1. Entre-acto: Moribunda


    Fecha: 18/09/2018, Categorías: No Consentido Autor: Caminante, Fuente: CuentoRelatos

    ... blanco, y su mirada implorante hizo no pudiera negarme.
    
    -Madre superiora ¿Sabe algo de ese hombre?
    
    -Antes hable con Sor. Mabel, ella es la que lleva la carga de la enferma terminal.
    
    Convento del terror, me dije. Y me llevó en busca de Sor. Mabel, esta fregaba el suelo junto fogón de rodillas, en el duro suelo, y fue cuando me hice una idea.
    
    De nuevo en el coche, el hospital estaba cerca del borde de la provincia entre Guadalajara y Madrid, en su lado este. Un viejo edificio de piedra gris, planta baja como no, cerca del depósito de cadáveres.
    
    La habitación olía a cerrado, y me fue familiar reconociendo el hálito de muerte que escapaba de su boca. Me estremecí sin poder evitarlo, Sor Mabel puso su mano extendida en mi espalda y me dijo al oído.
    
    -Tenga valor, sus palabras harán que encuentre la paz y es cuando se dejará morir, está fuera de su término y lo sabe. No olvide que usted que la ama por encima de todo, es la mujer de su vida, nuestro señor le recompensará.
    
    Estaba muy nervioso y Sor Mabel me llevó hasta la silla que había junto a la cabecera, me ayudó a sentarme, era una autómata y llevó mi mano junto a la de la mujer, esta reaccionó de una forma extraña, su cuerpo se estremeció de la cabeza a los pies, al oído me dijo que la llamara amor mío. Yo sudaba a mares.
    
    -Amor mío, he llegado.
    
    No se me ocurrió decir otra cosa. Temblaba. Y sorprendentemente Sor Mabel puso sus manos en mis hombros.
    
    -Quien, como, como lo han conseguido.
    
    Había ...
    ... girado su cabeza en mi dirección. Miraba pero no veía.
    
    -Internet – Respondió Sor Mabel escuetamente.
    
    Cómo si no, esto era un juego demencial.
    
    -No me queda mucho tiempo, quiero pedirte perdón por mis malas artes, el sufrimiento que te produje, desprecié tu amor por otro, y aquella noche me reí de ti y de tus sentimientos, Jesús me daba caña, era brutal algunas veces, y aquella noche en casa de los abuelos de Julio, me empujó a la cama, me arrancó la ropa, y casi me violó, pero consentí porque me gustó.
    
    Hizo una pausa, su voz era ronca. Le dije a Sor Mabel que no soltaba mis hombros, más calor, que trajera agua, esa mujer necesitaba agua, me señaló el gota a gota, pero dije que no, que mantenía la boca abierta, necesitaba agua y me obedeció, tenía una idea, y aún no sé por dónde cogerlo.
    
    Me entregó una botella de agua fría y un vaso de cristal, pero rechacé el vaso.
    
    -No hables, voy a darte agua – Le dije.
    
    -Sí, tengo la boca muy seca.
    
    Y bebí de la botella un pequeño sorbo, y llevé mis labios a su boca entreabierta y despacio fui dejando agua en su boca. Lágrimas brotaron de sus ojos, cerró los labios besando los míos, pero yo procuré que sintiera el agua y separó los labios de nuevo, el agua entró en su boca y resbaló por su barbilla que sequé con la sábana. Repetí la acción otra vez, Sor Mabel tenía desencajada la mirada, vi horror y una lágrima escapó de uno de sus ojos, la ignoré.
    
    -Recuerdo tu mirada en la cena, faltaba una silla, no era la tuya, era de ...
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