1. El señor Fairbanks y Belisaria


    Fecha: 19/09/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: gineslinares, Fuente: RelatosEróticos

    ... respingo y soltando la cesta que rodó lejos.
    
    -Oh, don Felipe, qué susto me ha dado –dije con risita nerviosa.
    
    -Siéntese un momento, por favor, señorita Bela.
    
    Aquel tono que empleó me sonó mal. Tragué saliva asustada.
    
    -¿Qué ocurre, don Felipe? –pregunté sentándome en la silla de la cocina que señaló.
    
    -Hay algo que quiero comentarte y deseo que me des tu opinión.
    
    ¿Mi opinión? Me olí algo feo desde el principio. Don Felipe no era persona de pedir opiniones, las suyas siempre prevalecían y tenía genio y cojones (inservibles, pero cojones al fin y al cabo) para demostrarlo.
    
    Sacó un sobre amarillo y abultado que tenía entre la silla y su pierna y me lo tendió.
    
    Estaba cerrado y lo miré imaginando que contendría un fajo de billetes. Quizás el viejo estaba a punto de morir, o se quería morir, y me entregaba una gratificación.
    
    -Ábralo, por favor –dijo en tono autoritario. No era una petición, era una orden.
    
    Rasgué la solapa con la uña y saqué un fajo de fotos. No era dinero al fin y al cabo, y supongo que mi expresión de disgusto se reflejó en mi cara por que Don Felipe sonrió con expresión corva.
    
    El corazón se me detuvo en ese momento y dejé de respirar cuando miré las fotografías. Estaba yo y mis clientes del trabajo vespertino. Estaban sacadas con un gran angular a juzgar por los bordes difusos de los objetos, pero se me distinguía con claridad agarrada del brazo con ellos entrando a diversos hoteles y casas. Calculé que serían una sucesión de ...
    ... instantáneas de mi último mes. En total habría unas treinta y pico fotografías que demostraban sin asomo de duda mi profesión a golpe de pechuga escotada y nalgas caribeñas.
    
    -Pero…pero… - tartamudeé mientras los calores se me agolpaban en la sesera y las sienes me parecían estallar.
    
    -No diga nada, señorita Bela, creo que sabe perfectamente qué significan estas instantáneas, no es usted tonta.
    
    Tragué una saliva que no tenía en mi boca porque estaba seca y le miré a los ojos. El azul de su iris era más gélido de lo que había visto antes. Era hielo puro. Unas arruguillas entre los parpados y las comisuras de los ojos pregonaban un alma carente de misericordia.
    
    -Yo creo que su novio Mauricio no aprobará su conducta.
    
    -No tiene… derecho...-gemí a mi pesar pues hubiera querido dar a mi voz algo más de la serenidad que no poseía.
    
    -Perdone, señorita –me cortó con voz inflexible-, tengo todo el derecho a hacer estas fotografías, ya que muestran simplemente a una putona (lo de putona me golpeó en el rostro como un tortazo) haciendo lo suyo, ¿no cree?
    
    Tragué saliva de nuevo como pude (aunque mi boca seguía igual de árida) y volví a meter las fotografías en el sobre, ocultándolas de mi vista.
    
    -Son copias, por supuesto, puede quedárselas, si quiere. –dijo meneando la mano displicente.
    
    -Mi novio ya lo sabe, señor Fairbanks –dije mirando a las rendijas azules de sus ojos sin pestañear y manteniendo la voz lo suficientemente clara como para que no se notase la ...
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