Mi perrito faldero
Fecha: 01/10/2018,
Categorías:
Voyerismo
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... chuparla? –quise saber.
Él nene vaciló y finalmente dijo: -S… sí… sí, señor…
-Bueno, mamoncito, ahora te vas a dar el gusto… Vamos, chupamelá… -le ordené y obedeció sin vacilar. Tomó mi pija con la mano derecha, se la metió en la boca y empezó a sorber con ganas. Tenía los ojos cerrados y entonces le dije: -Mirame mientras chupás. Me miró y vi en sus ojos la lujuria, el intenso placer que le provocaba chupar mi verga. De vez en cuando entornaba sus lindos ojos, como si estuviera en trance, pero luego volvía a abrirlos y a mirarme mientras no dejaba de chupar, a veces sólo el glande y a veces metiéndose la verga en la boca lo más profundamente que podía aguantar sin ahogarse.
Yo estaba en la gloria, en una gloria impía donde el pecado danzaba alegre y sin culpa. Me sentía cada vez más caliente y en un momento pensé en descargarme en su boca, pero a mis años es uno y gracias y quería usarle el culo y acabarle ahí. Ya habría otra oportunidad para llenarle el hocico de leche y hacérsela tragar hasta la última gota.
-Lamela, rico, dale unos cuantos lengüetazos.
Él se sacó la verga de la boca y murmuró: -Sí, señor… -Inmediatamente tomó mi ariete por la base con dos dedos de su mano derecha y comenzó a hacerme sentir su lengua. Lamía con el entusiasmo de un perrito, deslizando lentamente la lengua a lo largo de todo el tronco hasta la cumbre y allí se detenía durante un momento para después comenzar el descenso y una nueva ascensión.
Yo no daba más de la ...
... excitación, gemía y jadeaba mientras lo tenía aferrado por el pelo, en la zona de la nuca. Sentí que debía empezar a darle por el culito y entonces le ordené que dejara la pija y trepara al sofá cama. Allí lo hice poner en cuatro patas y que separara bien los pies.
-Esperame así, quieto como una estatua, ¿entendiste?
-Sí… Sí, señor… -me contestó mientras yo iba hacia el baño en busca del pote de vaselina. Volví junto al chico con mi verga ya bien envaselinada, le apliqué un poco en la entradita de su orificio anal y comencé a acariciarlo, alternando esos tocamientos con el deleite visual que me deparaba la contemplación de su cuerpo ambiguo, de una belleza extraña y por lo mismo muy turbadora y excitante.
Él no cesaba de mover sus caderas de un lado al otro y de gemir, sin duda muy caliente. Arrodillado entre sus muslos le froté mi verga contra las nalgas y se estremeció violentamente mientras exhalaba un largo suspiro. Me incliné hacia delante y le murmuré al oído:
-La querés, ¿eh, putito?... La querés en la colita…
-Sí… sí, señor, sí… tengo miedo, pero… pero tengo muchas ganas…
Sin despegar mis labios de su oreja le pregunté:
-¿Sabés por qué tenés muchas ganas de tragar mi pija? ´-él permaneció en silencio, respirando con fuerza por la boca y yo agregué con deliberada crueldad: -Porque sos un nene putito con un culo hambriento…
Él permaneció en silencio y yo seguí humillándolo por el placer de hacerlo, pero también para avanzar decisivamente en mi ...