Cuando la mujer que amas te da una sorpresa inesperada
Fecha: 17/09/2023,
Categorías:
Anal
Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos
... color vino bastante entallado el cual delineaba sus buenas formas femeninas. Muchos hombres en el lugar la volteaban a ver, más teniendo en cuenta que en aquel sitio se acudía a entrepiernarse con chicas pagadas; por ello hubo murmuraciones disimuladas que especulaban si aquella sería mujer de alquiler.
“Oye, quería agradecerte lo de la otra noche”, comenzó ella.
“¿Te divertiste?”, le dijo el otro.
Ella enmarcó su cara con una sonrisa y sus mejillas se sonrojaron un poco.
Continuaron la plática de forma trivial.
“¿Cómo van los preparativos para tu boda?”, se atrevió a cuestionarle aquél, en determinado momento.
Ella respondió brevemente, apenas revelando cierto enfado que él no notó, o prefirió no dar importancia.
Unos minutos después era la mujer quien cortaba la conversación y mostraba la iniciativa de subir a una de las habitaciones. Para asombro del hombre, Yazmín ya tenía una habitación, así que ambos se dirigieron directamente al elevador.
Admirándola vestida tan sensual, aquél no pudo contenerse y le tomó unas fotos. Ella posó ante el celular de su compañero. Le tomó algunas imágenes en el pasillo, antes de llegar a su habitación, las que guardaría para rememorar aquel encuentro, su tan ansiado primer encuentro sexual con la musa de sus chaquetas.
Sin podérselo creer, Yazmín introdujo la tarjeta llave y abrió la puerta. Ya en el interior ella comenzó a retirarse el vestido a la vez que le decía.
“Estoy por demostrarte lo agradecida que ...
... quedé por lo de la otra noche”.
Aquello parecía un sueño; la realización del más deseado apetito. La mujer que más había anhelado quedaba frente a él vestida sólo en pantaletas, brasier y finas medias.
Su piel era tan tersa, uniforme, morena y bien firme; no había flacidez en ninguno de sus miembros. Todo su cuerpo estaba bien delineado en curvas que iban de lo sugerente a lo francamente incitador. «¡Y por Dios!, ¡esas nalgas, Señor, esas nalgas!». Las caderas apenas eran la voluptuosa invitación, pero cuando le miró las nalgas por medio de uno de los espejos del erótico espacio pudo contemplar los dos gajos de carne bien prieta. La estabilidad y suavidad de aquellas redondeces invitaba a palparlas.
“Yo... te amo desde la prepa”, le dijo con candidez, pero ella no le permitió decir más pues se acercó a él para besarlo.
“Ay, tu amigo está... a todo lo que da”, Yazmín señaló a la vez que le palpaba el bulto que se le había formado en la entrepierna.
Le sonrió pícara.
“Ahora, si quieres penetración, tendrás que hacer lo que yo te diga”, le dijo ella.
La sola mención de “...quieres penetración...” saliendo de la sensual boquita de aquella lo obnubiló de tal forma que aceptó sin reservas lo que ella comandó, pese a lo extraño de su solicitud.
“Primero quiero que te desnudes”, le ordenó.
Él inmediatamente se deshizo de toda su ropa. Luego Yazmín le mandó que se echara en la cama boca abajo; supuestamente ella le daría un masaje erótico, pero él quedaría ...