1. Carlota, mi mujer. Clara, yo.


    Fecha: 23/09/2023, Categorías: Lesbianas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... con ella, llegaría a amarla incondicionalmente. Y así ha sido, tal y como mi intuición me decía.
    
    Me encanta quedarme a solas en su habitación mientras ella está trabajando. Aunque ella no esté físicamente, mi olfato también se torna muy sensible hasta el punto de sentir su presencia en forma de feromonas.
    
    Llevo un ratito ya esperándola. He entrado a su casa porque me ha dejado una copia de sus llaves bien escondida debajo del felpudo para cuando llegara. Llevaba unos días sin verla. Me muero de ganas de abrazarla, besarla, hacer el amor con ella...
    
    El reloj de pared de su cuarto marca las nueve de la noche. Escucho abrirse la puerta de su casa. Mi corazón da un vuelco de felicidad.
    
    –¡Clara...! ¡Amor mío...! ¡Ya estoy en casa...! –escucho que me dice una vez cierra la puerta y entra en casa. Por el sonido de sus pasos al caminar, puedo deducir que lleva puestas unas de esas atrevidas botas altas negras de cuero, plataforma y tacón que tiene, con las que tanto me seduce.
    
    Se dirige rápidamente a su cuarto para recibirme. Me abraza con mucha fuerza.
    
    (Carlota y yo hablamos en catalán, pero para que se me entienda, pongo los diálogos en español).
    
    –¡¡Ay, mi amooooor...!! –me da unos cuantos besos en las mejillas– ¡Cómo te he echado de menos...! –me susurra seguidamente al oído mientras me acaricia las mejillas y el cuello. Me habla con un tono de voz tierno y discretamente sensual.
    
    Seguimos abrazándonos. Ella muy alta, gordita, grande, fuerte... Yo bajita, ...
    ... delgada, menuda, frágil... Que protegida me siento... Lleva puesto un jersey granate de lana muy cómodo y calentito. También lleva unos pantalones tejanos ajustados por las caderas, las nalgas y los muslos y anchos y acampanados de las rodillas para abajo y unas botas altas negras de cuero, plataforma y tacón ancho. Obviamente, se ve aún más alta de lo que ya es. Aunque vaya vestida muy modesta, ni imaginación empieza a volar.
    
    –Amoooor... Ya tenía muchas ganas de verte... De pasar la Navidad a tu lado... Aunque estemos solo un par de semanas separadas, para mí ya es mucho... Se me hace largo, muy largo...
    
    –Lo sé, amor mío, lo sé.
    
    Por un momento, me mira intensamente, con ese brillo en su mirada que ya tanto conozco. Melancólico y tímido, sí. Pero a la vez sensual.
    
    –Ven, amor... Siéntate... –le digo, señalando la silla de su escritorio– Quiero darte una sorpresa.
    
    Se sienta, salgo de su cuarto un momento hacia el recibidor, donde le tengo guardada la sorpresa. Acto seguido, vuelvo a entrar a su habitación y me dirijo a ella con un ramo de diez rosas vivas con maceta, tierra y raíces, junto con una carta de amor, una caja roja de bombones en forma de corazón y dos novelas catalanas de crónica negra que tanto le encantan. «Sense cadàver» («Sin cadáver»), de Fàtima Llambrich y «El pantà maleït» («El pantano maldito») de Tura Soler.
    
    Entonces, ella se emociona muchísimo y se tapa la cara con las dos manos. Se le ilumina mucho el rostro, la mirada... Se le empiezan a ...
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