El reencuentro con el lector
Fecha: 25/09/2023,
Categorías:
Fetichismo
Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos
Varios meses habían pasado desde la noche con Alejandro. Habíamos tomado la costumbre de escribirnos con frecuencia y se había convertido en el espectador más aficionado de mis sesiones de masturbación. Durante la semana, me grababa viniéndome en el baño de damas de la oficina con los dedos profundamente metidos en la concha. Procuraba mandarle el video justo antes de que tuviera una reunión, para tener la satisfacción sádica de haberlo dejado empalmado antes de reunirse con un cliente.
Me agradecía con fotos y videos suyos, cumpliendo con lo que le pedía: quería ver su cara de morboso y su leche brotar cuando se venía. A esto se sumaban mensajes que podían ser muy cerdos, fantasías de lo que nos querríamos hacer el uno al otro. Pese a que yo fuera solamente la segunda mujer con quien tenía sexo, su creatividad y su capacidad para adivinar mis fantasías más remotas y darme ganas de probar cosas nuevas con él eran inigualables. Les dejo imaginar que se volvió urgente volver a vernos después de un par de meses. Se las arregló para tener que viajar a la capital para visitar a un nuevo proveedor de la empresa para la cual trabajaba. Eran suficientes horas de viaje para justificar que se quedara una noche. Contamos los quince últimos días como dos niños antes de que llegaran los Reyes Magos.
Había despertado con un mensaje suyo, “7”. Faltaba una semana todavía, me parecía una eternidad. Los últimos días, masturbaba frenéticamente, pensaba en todas las maneras que quería ...
... que me penetrara. Quería que llenara todos mis huecos con exceso y desenfreno. Que me metiera sus deliciosos dedos en la concha, mi calzón en la boca y su verga en el culo hasta que me meara de placer mientras me mamaba las tetas… Otro día con varias visitas al baño de damas me esperaba.
Al llegar a la oficina, el recepcionista me saludó y me dijo que había llegado un pequeño paquete para mí. De vez en cuando, hacía compras por internet y ponía la dirección de la oficina, para estar segura de que hubiera alguien para recibirlas. Pero este día, no me acordaba de tener algún pedido pendiente. Subí las escaleras y me instalé en mi escritorio, mis colegas no habían llegado todavía. Era un paquete preparado con delicadeza, ligero, y no alcanzaba el tamaño de la mitad de una caja de zapatos. Lo sacudí para adivinar lo que contenía y sentí que un objeto chocaba en su interior. Leí una vez más el nombre y la dirección, para estar segura de que no era un error. El “Sandra Dinvierno” que comprobé, escrito con un plumón negro y fino me decidió a abrirla. Envuelto en un papel de seda gris, había un calzón de encaje negro y una bolsita de tela, negra también, que contenía un objeto pesado. Adiviné sin mucho esfuerzo lo que era. Lo saqué de su bolsita. Era un plug de metal, ornado por un elegante brillante amarillo. Enrojecí en silencio, una ola de calor estaba subiendo de mis piernas a mi pecho. Alejandro. Crucé las piernas. Alejandro. Estaba excitada. Alejandro. No había duda acerca de ...