El reencuentro con el lector
Fecha: 25/09/2023,
Categorías:
Fetichismo
Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos
... y presionó mi pequeño pedazo de carne hinchado, haciéndome venir al instante.
Nos abrazamos y me senté en la cama, quitándome la blusa y la falda, pero quedándome con mi liguero y mis medias. De espaldas o en cuatro, sabía que el atuendo era del mejor efecto, las ligas y las medias ciñendo mi culo y mis muslos, y quería darle el gusto de verme así. Por supuesto, le encantaba. Pasados los treinta años, me enorgullecía tener un físico por lo menos agradable: si tenía pocas tetas, las compensaban unas nalgas redondas y lisas, unas largas piernas esculpidas por el deporte, unas caderas y hombros finos, con una espalda harmoniosa que a muchos les gustaba recorrer. A los 18 años había descubierto que con mi cuerpo podía suscitar la excitación de un hombre que yo deseaba, y me había encantado. Me gustaba prenderlos, hacerme la ingenua siendo muy puta, fascinarlos y dejarlos colgados a la tanga que pasaba entre mis nalgas. Las erecciones de mis amantes eran una droga dura que me daba una satisfacción y un placer inmensos. La de Alejandro valía para mil. Cualquier mujer hubiera tenido que conocer la suerte de recibir su mirada y su deseo, te convertía en su reina, su cielo, su zorra, te cambiaba la vida para siempre y te hacía chorrear de ganas que te la metiera.
Me eché y se precipitó entre mis piernas para lamerme. Las abrí muchísimo para dejarle el gusto de poder entrar en mi concha con la punta de su lengua y dejarlo recoger el jugo que tanto le gustaba. Él sabía que ...
... anhelaba que me volviera a masturbar con fuerza para provocarme un squirt y, cuando sentí que me penetraban sus dedos sin que dejara de lamerme, dejé escapar un gemido. Los movía dentro de mí con la maestría que recordaba, hundiéndome de nuevo en el dilema delicioso entre las ganas de orinar y el placer que subía lentamente. Por mensajes, me había preguntado si quería que un día probáramos las capacidades de mi vagina. La idea de sentir cómo me podía estirar y llenar más aún me había dado mucho morbo. Le pedí que me meta más de los dos dedos que ya tenía y como estaba mojada con exceso no le fue difícil hacer entrar un dedo y otro más. Sentí que su mano había entrado hasta su parte más ancha, con su pulgar que se quedaba afuera, presionando mi clítoris. La movía con fuerza y constancia, pero sin ser brusco. El ruido liquido de una mano jugando con el agua de un charco se escuchaba más y más. Así llegué a mi segundo orgasmo, con la concha estirada por su mano y botando, para su máximo placer, una cantidad considerable de líquido que sorbió enseguida, directamente a la fuente.
No me dejó tiempo para descansar. Un par de segundos después, me había instalado en cuatro, abriendo mis piernas con un hábil y firme movimiento de rodilla, empujando mis hombros hacia abajo. Recibí su verga por segunda vez de la tarde con gusto y, cuando me escupió en el ano, me dio ganas de que me metiera el plug enseguida. Lo fue a buscar en mi bolso y me lo puso en la boca un rato para que lo calentara. ...