1. El reencuentro con el lector


    Fecha: 25/09/2023, Categorías: Fetichismo Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos

    ... labios. Lo hacía entrar poco a poco, empujándolo con mis dedos. La sensación de penetración apenas rasposa para ser rica se juntaba al morbo que me daba la exhibición. Me encantaba enseñarle cómo me llenaba solita con mi ropa interior, mientras me masturbaba. Centímetro por centímetro lo hice entrar por completo y desapareció entre mis labios. Sin dejar de tocarme el clítoris, miré a mi amante a los ojos y le pregunté si así me quedaba mejor. No escuché su respuesta, me invadió un orgasmo vergonzosamente fuerte. Las contracciones de placer que agitaban mi vagina hicieron salir una partecita del encaje. Alejandro, hipnotizado, acercó su sexo y empezó a pasarlo entre mis labios mojados. Sentí que empujaba de nuevo el pedazo de tela en mi concha con su glande.
    
    Los dos estábamos respirando muy hondo, arrechos por lo que estábamos haciendo. Su verga entró a mitad, apretujando el calzón que ya había vuelto a desaparecer en mi concha. Con el plug en el culo y esta penetración que era la más cerda que hubiera conocido, me sentía divinamente llenada y todavía no me la había metido por ...
    ... completo. Me dejé estirar y llenar más, para nuestro máximo placer y, una vez que su sexo encontró su sitio, apretado y envuelto por la tela suave y empapada dentro de mi concha, Alejandro empezó a moverse. No hicieron falta más de unas cuantas idas y venidas para que se viniera con un suspiro profundo, inundándome de leche. No tomó más de unos segundos de descanso, se retiró y, contestando a mis gemidos frustrados, se puso a lamerme el clítoris, metiéndome los dedos para agarrar el calzón. Lo jaló progresivamente hacia afuera, aumentando la presión de sus lenguazos. Cuando sintió que estaba a punto de venirme, lo sacó de una vez, arrancándome un grito ronco de goce.
    
    Nos abrazamos mucho, nos besamos más. Me enamoraba de la constelación de pecas que cubría su pecho. Me dio el calzón que todavía tenía a la mano. Estaba completamente mojado por nuestros jugos.
    
    —Ya es hora de ir a cenar y me gustaría que salieras llevándolo, así, húmedo. Para que recuerdes a cada rato como acabo de follarte, zorrita mía.
    
    Le sonreí, Alejandro era el regalo más inesperado que tuviera en la vida. 
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