1. El parque


    Fecha: 25/09/2023, Categorías: Voyerismo Autor: MorboProfundo, Fuente: CuentoRelatos

    ... claro que le va la marcha: en el parque no hay nada más que algún perro despistado y yo llevo sin una buena ración de sexo (en la versión que sea) desde hace dos días. A todo esto, la mujer se ha dado perfecta cuenta de mi agitación y parece divertida. Vuelve a sacar su jugosa lengua, esta vez con su cabeza totalmente dirigida a mí y yo saboreo su recorrido por los labios como si estuviera viendo aterrizar un OVNI: absolutamente agilipollado.
    
    Ahora, la bella decide buscar algo en el bolso que tiene a su lado en el banco y descruza sus piernas de nuevo para dejarme ver sus braguitas, esta vez con más generosidad. Mi polla ya no es una polla, es un miura, siento el impulso de saltar la distancia que nos separa y comerla entera, achucharla, gemir en su oído... pero me contengo. Mientras pondero la conveniencia de llevar a cabo semejante imprudencia, la calientapollas se levanta, se retoca un poco la falda… y en un movimiento relámpago ¡se baja las bragas hasta medio muslo!, se vuelve a sentar (a estas alturas yo ya no doy crédito) y acaba de sacárselas esquivando las afiladas aristas de los tacones de sus zapatos. En ese momento, la desconocida, se quita las gafas mirándome con absoluta lascivia, abre sus piernas, veo la pequeña mata negra de pelo de su coñito delicioso, cierra las piernas, me tira un beso, coge el bolso y se va dejando “olvidadas” sus bragas en el banco.
    
    Yo me quedo alucinando y observo como ella se aleja con un caminar de gata sabedora de su atractivo, ...
    ... de mujer-mujer, de hembra que conoce sus poderes. Y cuando mi Fantasía abandona el parque y la pierdo de vista, me levanto como un resorte y voy a por las bragas como si fuera el grial del rey Arturo. Resulta que no son bragas, sino un minúsculo tanga de reina del porno. Inhalo su aroma embriagador, me las meto en el bolsillo y sigo la dirección de mi erótica musa. Nada más salir del parque, la distingo a lo lejos en la calle y acelero el paso para colocarme a una distancia prudencial. Cuando consigo acercarme a unos 10 metros de ella, veo que entra en la cafetería VIPS y yo no dudo en hacer lo propio. La gata se dirige hacia las mesas y allá que me voy yo. Mi tortura genital se sienta en una mesa de dos y yo, ni corto ni perezoso, me siento en la de al lado. La miro y ella me devuelve la mirada con una sonrisa (¡joder esta tía no se corta nunca!, pienso yo).
    
    He ganado en proximidad, pero he perdido en ángulo visual. Ahora para mirarla tengo que girar la cabeza y su mesa me impide disfrutar del tesoro desnudo que yo (y sólo yo) sé que está ahí, casi al alcance de la mano. Pero ella parece dispuesta a consolarme, pues entre miro y no miro a la carta, su blusa parece ahora más desabotonada y mis ojos encuentran en su escote un nuevo espectáculo. El sujetador es también blanco, de encaje, se ve que es caro, y la presión que ejerce sobre sus tetas forma una raja muy sexy que me gustaría mordisquear mucho más que una tortita con sirope. Me toco el paquete sin disimulo por debajo ...