Lo que sí pasó el día de mi boda
Fecha: 17/10/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Tita, Fuente: CuentoRelatos
... silencio una hora más, recordando los detalles de aquella noche de mi boda. Dormí con una certeza: Tengo que contárselo a Saúl, aunque él me repudie…
En la mañana siguiente, cuando Saúl estaba tomando su propio atole y con sus manos estiradas apretando mi pecho, me desperté y grité “¡Qué!” Saúl se incorporó y me dijo “Soy yo, mi Nena, estás hermosa y sabes muy rico…”, pero me vio los ojos muy irritados y los párpados hinchados por haber llorado tanto. “¿Qué te pasa, Nena? ¿Lloraste? ¿Te traté mal anoche y no me di cuenta?”, preguntó.
No hubo más, y le conté lo que me pasó, le dije que más de medio siglo después había recordado algo que pasó el día que nos casamos, después de leer un relato. También le dije que lo había publicado en el foro y las preguntas que los amigos me hicieron el día de ayer en los comentarios. Saúl me veía escudriñando cada gesto que hacía. Cuando terminé de contarle, me abracé a él y le pedí perdón por no habérselo contado antes. Yo esperaba un regaño, una reacción de ira o, al menos, de enojo. Pero no… No fue así. Tomó su celular y estuvo atento a él un rato. Después lo dejó a un lado, sosteniéndolo despreocupadamente con una mano (después supe que fue en modo de grabación).
Lo primero que hizo fue preguntarme con voz calmada sobre lo que había soñado cuatro días antes y le conté lo poco que recordaba de mis inconexos sueños.
“Ya entiendo”, me dijo calmadamente. No debes preocuparte. La razón por la que olvidaste la fornicación de ese ...
... día no se debió a que te hubiese sido desagradable, sino todo lo contrario, quizá sólo lo intempestivo de la culminación que no les resultó completamente satisfactoria. Sin embargo, tu temor principal fue que hubieras quedado embarazada. Además, se unieron otras agravantes causadas por mi deseo de tener un hijo y mi necedad de embarazarte en cuanto nos casáramos.
“¡Dios mío! ¡Perdóname, Saúl, no pude ser la madre de tu anhelado hijo!”, exclamé y me solté llorando inconsoladamente otra vez. Saúl, con tranquilidad, tomó su teléfono y se fue a la cocina para hacer el desayuno.
Una hora después, yo seguía lamentándome. Mi esposo llegó con una charola de cama, ofreciéndome un desayuno apetecible. Me incorporé entre sollozos y me empezó a dar de comer en la boca. Me parecieron sumamente extraños sus mimos y su calma. “¿No estás enojado?”, le pregunté.
–Vamos por partes, mi Nena. Lo más importante para ambos es que mi hijo sí es mío, y no sólo en el papel, como mi hija. Sí, sería triste que Roberto fuese el padre biológico de ambos, pero no es así –dijo ofreciéndome el vaso de jugo.
Sólo como aclaración, en mi primer relato de la saga “Ninfomanía e infidelidad”, trato mi tercer embarazo, producto de mi relación con mi amante. Aquí, en “El día de mi boda” estoy refiriéndome al segundo embarazo, ya que en el primero me hice un legrado.
–¿Por qué estás tan seguro? –pregunté extrañada, pero consciente de que su respuesta tenía que ser cierta.
–Sí, seguramente hiciste ...