1. Mi amiga Julieta, su jefe y un polvo que le cambió la vida


    Fecha: 18/10/2023, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Martina Paz, Fuente: CuentoRelatos

    ... la pollera hasta las caderas, corrió su tanga y se sentó de una embestida sobre la pija que tenía a su disposición, liberando inmediatamente un orgasmo tan potente que sintió que, por un momento, su cuerpo comenzaba a convulsionar. Esto no hizo más que encenderla. Apoyó una de sus manos al costado de la cabeza de él y con la otra se masajeaba el clítoris, mientras cabalgaba de atrás hacia adelante con desesperación, soltando gritos y alaridos que le hacían competencia a los atronadores sonidos que desprendían de la tormenta del exterior.
    
    Su segundo orgasmo llegó exactamente en el mismo instante que el primero de él. Sus jugos se encontraron en el interior de su concha generando una colisión que ella sintió rebotar por todos los rincones. A pesar del cansancio, no estaba dispuesta a dejarlo todo ahí, por lo que de inmediato abandonó su posición y volvió a la inicial. Bebió de su pija ese cálido coctel naciente de sus sexos, sintiendo que era Afrodita disfrutando de una dulce jarra de ambrosía. Bebió y chupó hasta sentir que la pija estaba nuevamente en su esplendor. Esta vez fue él el que tomó las riendas, abandonando su cómodo puesto recostado sobre la alfombra, para hacerla poner en cuatro y embestirla sin aviso desde atrás. Tenía la concha totalmente empapada, por lo que el pijazo entró con gran facilidad, como deslizándose por una suave alfombra de seda. A pesar de la poca resistencia ejercida por la concha de mi amiga, el polvo que se pegaron fue igual de sublime que ...
    ... el primero. Al parecer, la posición dominante en la que se encontraba el jefe le dio confianza, de cierta forma le hizo recordar “quien tenía el poder”.
    
    “Hace mucho tenías ganas de que te culee, ¿no, trola de mierda?; si sabía que eras tan puta te hubiera culiado cinco años antes, pendeja; un par de vinos y ya abrís las piernas, ¿tan fácil sos, hija de puta”.
    
    Frases horribles, a las que mi amiga solamente respondía, entre gritos y jadeos, “Sí, jefe”. Ante esta excitante sumisión, Bruno comenzó a nalguearla cada vez con más intensidad. Esto no hizo más que acrecentar los gritos de placer de ella y precipitar la monumental segunda acabada de él. Cayeron los dos rendidos sobre la alfombra, cada uno por su lado. Ella, en busca de algo más de intimidad, se arrastró hacia él para besarlo apasionadamente. Luego del beso quedaron abrazados en silencio, con la mirada perdida en la nada. Hasta que una luz azul que titilaba en el techo los puso en alerta.
    
    A esta historia la estoy escribiendo yo, Martina, pero tranquilamente podría hacerlo Paulo, el guardia de seguridad de la editorial, que vio todo muy cómodo desde su puesto de vigilancia a través de las cámaras. Son las doce del mediodía. En un rato tengo que ir hasta aeroparque a recibir a Julieta, quien, acorralada por la vergüenza, renunció a su trabajo y está de camino a Buenos Aires, con la idea de reiniciar su vida, totalmente convencida de que un par de buenos polvos pueden ser un punto de inflexión total en la vida de ...