1. Nada se compara al amor fraternal


    Fecha: 18/10/2023, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... —creyó haber escuchado mal.
    
    —Nada.
    
    —¿Dijiste que luzco fea?
    
    —No, dije que no luces nada fea.
    
    —¿Acaso te caliento?
    
    —¡¿Cómo crees?! Somos hermanos —se rehusó a aceptar su deseo inconsciente como algo real. Verla desnuda le ponía los pelos de punta—. ¡Dios mío! ¡No digas tonterías!
    
    —Julio, eres el colmo de lo pajero.
    
    —Mira quién lo dice.
    
    La sensación de desasosiego iba en aumento. Los dos estaban excitados y molestos por haber iniciado ese diálogo impensado. Ninguno sabía cómo terminarían las cosas, pero dada la tesitura que les impedía salir del edificio, sospechaban que ese encuentro era una señal del destino. Dos hermanos salaces encerrados en una sala era una circunstancia ideal para que se diera el incesto.
    
    —Hombre tenías que ser.
    
    —Si papá y mamá se enteran de esto… —masculló por segunda vez.
    
    —¿Enterarse de qué?
    
    —De que me calienta mi hermana —respondió al tuntún.
    
    —¿Qué?
    
    —No dije nada.
    
    —¡Pero qué tipo pajero!
    
    Julio estaba ruborizado, se le caía la cara de vergüenza. Frases inapropiadas salían de su boca como por arte de magia. Él nada podía hacer para evitar decir la verdad. De su alma emergían aquellas palabras sinceras que demostraban lo mucho que quería a su hermana. El amor fraternal ya no era lo mismo que había sido al principio, ahora era un apego emocional mucho más fuerte.
    
    —Perdóname, Rosana —expresó su inquietud entre sollozos—. No sabes lo difícil que es ser un solterón. Tú eres lo más cercano a una mujer que ...
    ... tengo.
    
    Al pensarlo por un instante, ella se dio cuenta de que le estaba diciendo la verdad monda y lironda. Él era pésimo para mentir o para ocultar lo que sentía. Si Julio admitía que estaba caliente, estaba diciendo la verdad. De su boca sólo salían verdades como puños, cuando estaba bajo los efectos de la ansiedad.
    
    —Acepto tu disculpa, Julio —le respondió con su meliflua voz y extendió los brazos para apapacharlo. Algo que ella nunca aceptaba era ver llorar a su hermano, fuese cual fuese el motivo del llanto.
    
    Él accedió a su petición, se sentó al borde de la cama y dejó que lo ciñera con sus brazos de damisela. Estar cerca de ella lo serenaba y lo hacía sentirse bien, como un niño en los brazos de su madre. No obstante, la protuberancia en la entrepierna seguía presente pese al tiempo transcurrido. Quería que esa maldita erección desapareciese cuanto antes. Cuando estaba excitado, no podía pensar en otra cosa que no fuera sexual.
    
    —No te lo tomes tan a pecho, hermano —le susurró al oído—. No has hecho nada malo.
    
    —¿Pero es normal que me sienta así? —le preguntó y apoyó las manos en la parte baja de su espalda, tocando los hoyuelos de Venus. Al hacer contacto con la piel de aquella mujer con la que compartía los genes, sintió que estaba tocando una musa—. Quiero decir… ¿es normal que sienta algo por ti?
    
    —Para un chico de tu edad, yo creo que sí.
    
    El fuerte aroma de la mujer de cabello corto y oscuro lo atraía como un imán. La piel de su cuerpo era suave y ...
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