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Nada se compara al amor fraternal
Fecha: 18/10/2023, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... sedosa como el terciopelo. La calidez de su aliento era penetrante y la seguridad que transmitía era inefable. Más que una hermandad adyacente, lo que sentía por ella era atracción sexual. El dionisíaco sentimiento de sometimiento a su voluntad era ineludible. —Sabes una cosa, ahora que estás cerca de mí, me siento muy cómoda. —Le quitó los brazos de encima y lo miró de frente. Mirarlo directamente la convencía de que él había aparecido en el momento justo para hacer un experimento fraternal. Estando vis a vis, la azarosa incertidumbre de los dos desapareció de repente—. Has conseguido que me laxara, y eso no lo logra cualquiera. —Espera. —La miró con toda la extrañeza del mundo y mantuvo la seriedad en sus palabras, coordinando pensamientos impuros y desechando ideas preconcebidas—. ¿No estás molesta conmigo? —¿Por qué iba a estarlo? No hiciste nada malo, tontín —le dijo y lanzó una sonrisa sospechosa que parecía fingida. —Bueno, dije algo que no debería haberte dicho. Las palabras salieron de mi boca sin que me diera cuenta. —Me importa un rábano lo que hayas dicho —le respondió al instante—. Lo importante es que aquí no pasó nada. —Aún… —¿Cómo dices? Julio estaba tan cerca de Rosana que hasta escuchaba la respiración de ella. Sus narices estaban a pocos centímetros y sus ojos no se movían para nada. Un silencio grandilocuente los mantuvo helados por quién sabe cuánto tiempo. El instinto animal del hombre saltó a la vista y sucedió lo que tenía que ...
... suceder. Un inevitable acercamiento, más rápido que un golpe, unió los labios de ambos. Rosana se quedó quieta mientras su hermano le metía la lengua dentro de la boca, como queriendo conquistarla. Rosana siempre andaba por la vida con la escopeta cargada, con hosquedad y pocas ganas de mostrar afecto, pero ese día mostró todo lo contrario. Se dejó llevar por la reacción de su hermano y aceptó el apasionado beso que le dio. Permitió que lo repitiera y que le tocara los hombros con las lívidas manos, más temblorosas que nunca. Los amoratados labios de Julio fueron los culpables de una escena que quedaría grabada en la memoria de los dos. —Nada mal para ser un principiante —le respondió y colocó los húmedos dedos en los laterales de su cuello—. ¿Eso lo hiciste adrede? —Quería ver si eso te calentaba. —Un beso ligero no será suficiente para calentar a tu hermana —le contestó para que hiciera otra cosa. Su objetivo era apretarle los tornillos para que le diera placer con la boca. Se lo comía con los ojos. Julio captó el mensaje sin mucho esfuerzo neuronal, retiró las manos de sus hombros para ponerlos en la espalda y desde ahí desplazarlas hacia los laterales, pasando por los dorsales y las costillas, con la intención de explorar el torso descubierto que tenía a su disposición. La forma sugestiva en la que aquellos ojos masculinos estudiaban el cuerpo de la fémina era llamativa. Los traviesos dedos exploraron la piel del torso y se detuvieron entre los bustos ...