Violado por la casera
Fecha: 27/10/2023,
Categorías:
No Consentido
Autor: Damian Rex, Fuente: CuentoRelatos
... Ella se sentía como un animal, completamente perdida en el placer. Movía su cadera y no soltaba mi cabeza, sus uñas se enterraban en mi cuero cabelludo.
De pronto escuché que dijo “ay”, y en ese momento sentí cómo todos los músculos de su cuerpo se tensaron. Sufrió varias convulsiones sin emitir ningún sonido y de pronto comenzó a gritar emitiendo los gemidos sexuales más indecentes, excitantes y soeces que he escuchado en mi vida.
Cuando acabó de venirse, yo saqué los dedos de su vagina y me limpié sus jugos de mi boca con el brazo izquierdo. Entonces me quise parar y caí en cuenta de dos cosas. Primero me di cuenta de que tenía una erección palpitante debajo de mi pantalón y segundo, que Julián se nos había quedado viendo y se estaba masturbando.
Julián era un tipo grande. Posiblemente medía un metro con noventa centímetros, muy musculoso y muy feo. Además, cosa que acababa de aprender, tenía un pene enorme, no circuncidado, con un glande redondo y brilloso, seguramente por haberlo lubricado con saliva.
—Ahora te toca chupárselo a Julián. —dijo la señora Rocío, que después de haberse venido había recobrado su tono autoritario, pero ahora se la escuchaba más relajada, aunque su tono de malicia permanecía intacto.
En un triste afán de conservar lo que me quedaba de dignidad, hice como que me rehusaba a sabiendas de que era inútil y que a estas alturas no tenía más alternativa que hacer exactamente lo que se me ordenaba.
Entonces me puse de rodillas frente a ...
... Julián y comencé a chupar su pene enorme. Intentaba imaginar que mi boca era una vagina y trataba de cubrir, aunque fuera, el glande y un poco del tronco. Lo hacía con movimientos constantes, no muy rápido y no muy lento, mientras masturbaba la base con mi mano derecha. Al igual que lo había hecho la señora Rocío, que para este momento ya se había sacado sus enormes senos de su saco y su blusa para pellizcar sus grandes pezones con una mano mientras se masajeaba el clítoris con la otra, Julián agarró mi cabeza con su mano derecha y comenzó a bombear moviendo su cadera suavemente.
Yo pensé que sería como con la señora Rocío y que lograría hacer que Julián se viniera y finalmente acabaría todo esto, pero de un momento a otro Julián se detuvo y me empujó hacia el sillón.
—Quítate la ropa, —me dijo la señora Rocío. Al hacerle caso, mi pene, que seguía completamente erecto, quedó al descubierto. Ella continuó:
—Mira nada más. Conque te está gustando. Así que te excita que te sometan y te violen. Pues si tanto te gusta, te vamos a complacer.
Me hicieron ponerme a cuatro sobre el sillón y Julián puso su glande en mi ano. Gradualmente, haciendo presión y escupiendo en mi agujero, fue introduciendo su enorme pene en mí. Cuando finalmente entró el glande completo yo sentí que se me rompía el ano, me dolió tanto que grité y entonces la señora Rocío comenzó a darme de nalgadas.
—¡Toma! ¡Pa que grites!
Y Julián se comenzó a mover poco a poco más rápido y poco a poco más ...