1. En un hotel respetable


    Fecha: 03/11/2023, Categorías: Bisexuales Autor: Dr Arroyo, Fuente: CuentoRelatos

    ... me leen son mujeres, no me extraña: muchas fantasean con ver a dos hombres guapos teniendo sexo y, en dado caso, unirse. ¿Qué están esperando? Háganse menos del rogar, allá afuera sobran hombres que gustosos participarían de sus fantasías). Y con su verga en la boca, que lentamente mamaba disfrutando su sabor, su textura, su delicada firmeza, me dí vuelo acariciando las riquísimas nalgas que se cargaba, redondas, firmes, lisas, mucho mejores y más hermosas que las de varias vanidosas que había conocido. Es maravilloso mamarle la verga a un macho nalgón que suspira al sentir las manos en las nalgas anticipando que le toquen el culo y gime con una mamada de verga que se eterniza siempre dándole placer y negándole al mismo tiempo la menor oportunidad para que se venga. Acariciaba sus huevos con una mano, amasaba sus nalgas con la otra, me metí un delicioso testículo en la boca y luego el otro, deleitándome en su sabor de macho en brama. Besaba, mordía sus muslos…
    
    Tardamos una eternidad en llegar a la cama, envueltos en besos, caricias, mamadas y un torbellino de manos que me quitaban la ropa a velocidad espectacular y repartían caricias ansiosas, calientes, provocadoras. Sin decir nada, se trepó a la cama poniéndose en cuatro, ofreciéndome sus nalgas y su culo. No recuerdo de dónde salió el condón y el lubricante, pero velozmente me calcé el condón en la verga y unté generosas cantidades de lubricante porque mi verga, de largo promedio pero de grosor más que respetable, lo ...
    ... iba a necesitar para abrirme paso. Poco a poco pero decididamente lo penetré y gimió delicioso cuando sintió mi cuerpo al fin chocar con sus nalgas.
    
    Lo que siguió parecía más una competencia olímpica que otra cosa: la velocidad de la penetración aumentaba, el sudor corría ya de plano a chorros por nuestros cuerpos, mis huevos sentían sus huevos al chocar contra su cuerpo, besaba y mordía su espalda mientras me lo cogía al grado de que me dolían pero en lugar de detenerme el dolor de mis huevos me enardecía todavía más y le metía la verga sin compasión haciéndolo gemir sin la menor inhibición mientras le daba tremendas nalgadotas, la cama crujía como si en cualquier momento fuera a romperse (eso me pasó en otra ocasión, pero es otra historia que ya luego contaré) y yo juraba y perjuraba que por el escándalo que teníamos no tardarían en llamarnos de la recepción diciendo que nos pondrían de patitas en la calle por indecentes o algo por el estilo. Me vine a chorros y seguí eyaculando cuando le saqué la verga, así que todavía pude regar sus nalgas con una buena cantidad de semen. Caímos rendidos, respirando agitadamente, riendo, con el cabello empapado de sudor mientras le untaba mi semen como si fuera crema en sus nalgas y lo que alcanzaba de la espalda.
    
    Pero no dejamos de besarnos, de acariciarnos, de mordernos, de desearnos. Acabé recostado sobre su cuerpo y no iba a desperdiciar un sólo momento, así que aprovechando la maravillosa sensación que da la caliente piel sudada, ...
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