¿Mi mujer es actriz porno?
Fecha: 27/11/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Orpherius, Fuente: CuentoRelatos
... hecho.
Ella hizo un gesto de fastidio.
Al final la fui convenciendo hasta que aceptó a regañadientes. Qué suplicio, la pobre, tener que ver esas «cochinadas» conmigo. Me daban ganas de cargármela.
Por fin, el vídeo estaba preparado y fui a recogerlo. Era viernes, así que esa misma noche llevaría a cabo mi plan. Cuando llegué a casa tras el curro, me di una buena ducha, comí algo ligero y dejé que pasaran algunas horas hasta que se hicieron las diez.
―¿Te parece si probamos ahora? ―le dije a Mapy.
―¿El qué, lo del vídeo? ―me preguntó como con desgana.
―Sí. Venga, ponte algo apropiado, bragas y camisa sin sujetador.
Se me quedó mirando con cara de «eres un cerdo salido», pero al final lo hizo. Yo acabé en un santiamén: me puse un bóxer bien elástico y sanseacabó. Ella regresó con unas bragas de encaje azul turquesa y una camiseta suelta. Al caminar, los pezones le bailaban bajo la tela. Pasó por delante de mí y se echó en el sofá. Las braguitas se le metían entre las nalgas, y vaya pedazo de nalgas.
La verdad es que mi mujer estaba la mar de buena, con aquella melena castaña ondulada y espesa y aquel cuerpo de guitarra que tenía. Entonces me asaltaron las imágenes que me enseñó Tony en la cafetería y me comían los demonios. Aunque... puede sonar de lo más raro e incomprensible, pero, ¡también me ponía cachondo!
Metí el pendrive en el reproductor, nos acomodamos en el sofá, muy cerca el uno del otro, y le di al play.
Tony lo hizo de miedo. Sacaba ...
... planos tan cortitos que no se les veía nunca la cara, solo los cuerpos, los torsos, las piernas y, por supuesto, las partes íntimas. El tío logró sacarlos besándose sin que se les reconociera. Se veían sus lenguas y poco más. En menos de un santiamén me estaba poniendo cachondo. Saber que aquella era la lengua de la putita que tenía a mi lado me ponía loco.
Se me puso la polla dura de inmediato, así que decidí empezar a tocarme sobre la tela. Mapy me miró hacerlo y negó con la cabeza.
―¿Qué te pasa? ―le dije―. ¿Te molesta?
―Haz lo que quieras ―me dijo con desdén.
Aquellas lenguas seguían moviéndose. Hay que ver cómo la movía mi mujer. Conmigo no lo hacía, desde luego. Me estaba poniendo bastante enfermo. No aguanté más y me la saqué. Mapy se estaba poniendo nerviosa, se lo notaba. Le miré de reojo y tenía los mofletes rojos, y los pezones estaban más picudos de la cuenta bajo la camisa. La muy puta... ¿qué estaría pensando? ¿En cómo se la clavaba aquel tipo por el culo?
Estiré un brazo y le toqué el coño a Mapy sobre las bragas.
―Tú también deberías tocarte un poco ―le dije.
―¿Qué haces? ¡Quita! ―me gritó haciéndose la santa.
Y ¿a que no saben qué? Tenía el coño ardiendo. La muy zorra estaba cachonda. Por supuesto, no se lo dije, pero eso me puso cachondo como un mono. Joder, me estaban entrando unas ganas de follármela que no veas. Le cogí su propia mano y se la puse en su coño.
―Tócate, quiero verte.
―Ay, tío ―dijo la puñetera.
La tía lo hacía ...