1. Una pareja me invita


    Fecha: 03/12/2023, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Neomauro, Fuente: CuentoRelatos

    Yo había estado varias veces en fiestas, estrenos, exposiciones en las que esa pareja brillaba de una luz particular. Me había fijado en la chica, tenía un cuerpo hermoso y una mirada que despertaba mi curiosidad. Me había costado establecer un contacto visual prolongado, un diálogo sin palabras, una invitación a alguna intimidad. Finalmente, un par de veces nuestras miradas se encontraron y sentí que sin rechazo ni invitación se había establecido un espacio entre los dos. Aún me faltaba la clave para poder romper la barrera que desde su presencia luminosa, ella imponía a su alrededor.
    
    Un día, en casa de unos amigos, excompañeros de la universidad, conocí al hombre que siempre la acompañaba. Ella no estaba presente ese día, era una reunión de hombres y pese a la impresión que ella me había causado, la incomodidad de mi curiosidad por ella y del deseo culpable que había experimentado, me sentí muy cómodo con su pareja. Pronto me encontré en una discusión muy apasionada en la cual resultó que mi aliado más entusiasta era el compañero de aquella mujer. Como suele suceder durante esas veladas masculinas, el tema de las mujeres cae sobre el tapete en algún momento. Por lo general, termino peleando por la hipocresía y el machismo de mis amigos. Nunca les conceden a las mujeres la posibilidad de ser libres y creativas y se confinan en el laberinto de una sexualidad pobre impregnada de tabúes religiosos por más libres pensadores que creen ser. Al descubrir la inteligencia y ...
    ... complicidad intelectual con Diego, ese resultó ser su nombre, experimenté una nueva fuente de interés hacia ella. Compartíamos muchas afinidades artísticas y actitudes ante la vida que finalmente me remitieron a mi intuición acerca de esa mujer.
    
    Aún no sabía mayor cosa de ellos, en ningún momento ella había sido mencionada, ni siquiera conocía su nombre. Su imagen estaba presente en mi mente y mientras se fortalecía mi amistad con Diego, crecía mi curiosidad hacia ella.
    
    Ya bien avanzada la noche, después de haber establecido una confianza y una complicidad rebelde y compartido una común alergia a los prejuicios y la estrecha visión del mundo de esta aldea, Diego me invitó a seguir conversando en su casa. Acepté, animado por el entusiasmo de nuestra imprevista alianza y con la secreta esperanza de acercarme a esa misteriosa mujer.
    
    Me monté a su carro, sin otra agenda que la de seguir compartiendo con mi nuevo amigo.
    
    Cuando llegamos a su casa, nos acomodamos en una sala llena de cuadros y afiches, bibliotecas llenas de libros que definían un refugio de inteligencia y estética. Me sirvió un trago de un whisky añejo desde una botella sin etiqueta y se disculpó para desaparecer un momento hacia el interior de la casa.
    
    Me levanté y empecé a recorrer la biblioteca, descubriendo una afinidad en los autores y las ediciones que llenaban los anaqueles. De pronto, me encontré con unos álbumes de fotos que por la demora del regreso de Diego me atreví a hojear. Allí fue donde me ...
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