1. Hotel Paraíso


    Fecha: 04/12/2023, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Ivanvorpatril, Fuente: CuentoRelatos

    Trabajo en un hotel, arreglando las habitaciones haciendo las camas y limpiando. No es un gran trabajo pero me sirve y no es que de grandes oportunidades para ascender, ni para nada mas.
    
    Aunque alguna vez si que depara sorpresas agradables. En ocasiones he encontrado alguna cosa de valor olvidada por algún cliente que se había marchado. Si no se reclama, ya sabéis quién se la queda.
    
    O como esta mañana cuando al abrir la puerta de la última habitación que me tocaba hacer. Ya estaba sola en la planta, el resto de las compañeras habían terminado. O habían pasado a otra secciones del hotel.
    
    Cuando me encuentro al huésped completamente desnudo dormido sobre la enorme cama. Es un hombre, joven, musculoso de piel clara y revuelto cabello castaño largo. Tumbado boca abajo solo veía su culo musculoso y duro y su enorme espalda, no sé qué estaría mirando yo. No podía ver el color de sus ojos cerrados.
    
    Me quedé atontada. Ya había metido el carro dentro de la habitación y cerrado la puerta cuando me di cuenta de todo eso. Incluso había sacado el plumero. Y eso no va con segundas.
    
    Se despertó con el ruido que hice y sin darse la vuelta giró la cabeza y me miró con unos bonitos ojos color miel. Me saludó y sonrió mostrando sus dientes blancos perfectos.
    
    - Creo que olvidé colgar el cartel de no molestar, pero anoche llegué muy tarde del trabajo y muy cansado.
    
    - ¿Quieres que vuelva luego?
    
    Le pregunté.
    
    -No, continua, no querría interrumpir tu labor.
    
    Menos mal ...
    ... por que irme en ese momento me hubiera partido la mañana. Además de que la humedad que empezaba a notar en la entrepierna bajando por el interior de mis muslos casi me impedía moverme.
    
    Se puso boca arriba sin cubrirse con la sabana y pude ver sus genitales completamente depilados. El hombre gastaba una buena polla. Otra cualidad más a añadir a todo lo que había visto. Mientras hacía mi trabajo pensé que me miraba con cierta lujuria, más o menos como lo estaba mirando yo.
    
    Ese día llevaba el cabello largo, rubio de bote suelto a la espalda, había perdido la goma que lo sujetaba en una cola de caballo en la habitación anterior. Y desde luego no me había maquillado. Hacía un calor terrible.
    
    Solo cubría mi cuerpo con una bata de trabajo y un mínimo tanga que se trasparentaba a través de la suave tela. Ni siquiera un sujetador sostenía mis grandes pechos algo caídos, llevaba las chicas sueltas. El guarda polvo se apretaba marcando mi cadera. Los muslos se descubrían por la abertura de la bata. Él no dejaba de contemplarme. Me dijo:
    
    - ¿No estas cansada? Puedes sentarte un rato aquí a mi lado.
    
    Le contesté:
    
    - No debo. No se me permite y ésta es la última habitación.
    
    - Precisamente porque es la última, puedes.
    
    Pero sobre todo porque no sabria si me contendría de agarrar esa bonita pieza que descansaba sobre el desnudo muslo. La tentación podría conmigo si me sentaba en la cama junto a él.
    
    Se levantó y pasó a mi lado rozándome con su cuerpo felino, durante un ...
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