1. La mamá de Joaquín, Cap 4


    Fecha: 11/12/2023, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    Andrea y Pitu
    
    El sábado no pude dormir. Toda la noche meta paja recordando a la mamita del cheto. Estuve así de meterle la mano en la concha. ¡Y qué rico se sintió acariciar ese orto precioso que tiene! La mina se había dejado. Sólo me cortó el rostro porque sabía que la iba a querer coger ahí nomás, mientras su nene y los otros tragas estaban en el comedor. Y la verdad que tenía razón. Había que buscar el momento justo. El miércoles teníamos que juntarnos de nuevo en la casa de Joaquín, pero no fui ni en pedo. No me hubiese aguantado las ganas de cogerme a la Andrea. Me quedé en mi casa, y me la re banqué, a puras pajas, eso sí.
    
    Y el sábado de nuevo. Me banqué la noche acordándome de su pielcita suave, de sus piernas, de su culo, de mi boca besando su carita, de sus ojos azules que no se animaban a mirarme. Quería que sea domingo ya.
    
    El domingo el cheto salía con la Agustina. Me lo había dicho una de las veces que me acerqué a hablarle corte amigos. Habían quedado en verse a las dos. Cando se hizo esa hora me pegué un baño, me puse una remera musculosa y una bermuda, le robé otra vez colonia al Esteban para llegar con rico olor. Me tomé el bondi en la esquina. Estaba zarpado de nervioso. Estaba seguro de que el cheto ya estaría yendo para Morón con su minita. Pero no sabía si iba a estar el cornudo del marido en casa. Tampoco le podía sacar tanta información al joaco, sino se iba a avivar. Pero era mi única oportunidad, tenía que tirarme el lance.
    
    Toqué ...
    ... el timbre. Me di cuenta que tenía la mano transpirada de los nervios. Si se lo contara al Leo, al Polaco, o al Brian, se cagarían de la risa. “El Pitu asustado por una mina”
    
    Al ratito salió la Andrea. Me miró media asustada y confundida. Se acercó al portón. Tenía un vestidito celeste que le llegaba hasta las rodillas, pero igual estaba bastante ajustadito y con un escote que dejaba ver parte de sus ricas tetas. Hasta en casa se viste como perra esa mina. Una locura.
    
    —No está Joaquín. — dijo.
    
    Pitu me miraba con la misma cara de alzado de aquella vez. Sonrió, medio burlón. Ahí me di cuenta de que ya sabía que mi hijo no estaba. Sentí cómo mis piernas temblaban, y mi bombacha parecía querer caerse.
    
    Estaba claro a qué venía. Pero aún así se lo pregunté:
    
    —¿Qué necesitás?
    
    Pitu cerró sus manos en los barrotes de la reja. Me alejé, como quien se aleja de un animal impredecible.
    
    —Quería hablar con vos un rato. — me contestó.
    
    —¿Hablar? no, vos querés otra cosa, y no va a poder ser. —Le dije. Su semblante se puso serio. —Lo de la otra vez fue un error que no puede volver a ocurrir. Discúlpame si te di otra impresión. —Miré a todas partes, a ver si había alguna vecina chismosa parando la oreja, pero no vi a nadie. —Mirá, te voy a decir la verdad. Estoy pasando ´por un momento muy difícil, y no quiero complicaciones.
    
    —Pero si yo tampoco quiero complicaciones. — me interrumpió.
    
    —Lo lamento. Pero no va a poder ser. Espero que me perdones por darte falsas ...
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