100 pesos bien invertidos (parte 3)
Fecha: 24/12/2023,
Categorías:
Transexuales
Autor: JuanPablo82, Fuente: CuentoRelatos
... cabello todavía. Le extendí la bolsa y me dijo que le diera unos 15 minutos, que podía ver la televisión si quería. Me entretuve todo el rato curioseando en los títulos de sus libros.
***
Decir lo siguiente es un lugar común, pero fue exacto: verla me cortó el aliento. Llevaba el uniforme completo, con sus calcetas altas, su falda, unos zapatos negros, sus lentes, el cabello recogido en una coleta. Agradecí que la dependiente de la tienda fuera tan poco sincera: la blusa polo con el logo de la escuela le quedaba un tanto ajustada. Los pechos de Morena estaban perfectamente delineados. Sus anchas caderas destacaban también con la falda de tonos rojizos. Sus muslos morenos contrastaban con la blancura de las calcetas.
—¿Me va a ayudar con la calificación, profe? — dijo, jugando con su cabello.
Nos sentamos en el sofá, muslo con muslo, siguiendo el juego. Ella fingía, con un libro, mostrarme algo. Hacía que mi brazo rosara sus pechos por encima de la blusa, palmeaba mi pierna demasiado cerca de mi ya evidente erección. Decía que hacía calor, abría su blusa un poco, dejando ver su escote, y se abanicaba con la falda. Puse ver su ropa interior, unos cacheteros que nada ocultaban su propia erección. Cerró de golpe el libro y tomó mi mano.
—Profe, ayúdeme, si repruebo me corren. Mire, estoy asustada. —Y ponía mi mano en su seno izquierdo. —¿Ve cómo me late el corazón?
Comencé a masajear su pecho y pellizcar suavemente su pezón, mirándola a los ojos a través de sus ...
... lentes. Repetía “Profe” en varios tonos. De recriminación, de enojo fingido, hasta decirlo gimiendo. Y comenzamos a besarnos.
Su lengua era algo vivo. Toda su pasión la comunicaba a través de ella, empujando, rozando, latigueando y penetrando mi boca, mis labios. Jugaba con mi propia lengua. Y me llevaba a donde quería. Solo dejaba de besarme para atraerme a su cuello, a explorar el escote de su blusa. La abría lo suficiente para que asomara la carne tibia de sus pechos.
Levantó su blusa haciendo el ademán de quitársela pero se lo impedí. Me sonrió traviesa y se limitó a subirla y sacar sus senos del sostén. Se recostó sobre el sofá y me dejó lamerlos a placer. Me di a la tarea inclinado sobre ella. Sus pezones estaban durísimos.
—Profe, tengo un secreto — tomó mi cabello y me empujó con suavidad. — Aquí está.
Morena abrió sus piernas. El cachetero que usaba estaba ajustado, revelando el bulto de su pene. Le seguí el juego, fingiendo desconocimiento. Comencé a rozarlo por encima de su ropa y ella se estremecía. Sin liberarlo, comencé a lamer la tela de su ropa interior, humedeciéndola y viendo cómo aumentaba su erección. La punta se liberó sola. Asomó por una de las mangas de la prenda y no era mi saliva de lo que ya estaba mojada. Pude, ya sin la presión ni la sorpresa de la última vez, saborear la excitación de Morena.
Muchas veces quienes sentimos curiosidad por las mujeres transexuales bromeamos al respecto: al final, el clítoris es un pequeño pene, así que ...