Los Cuatro Ancianos (II)
Fecha: 13/01/2024,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... su voz -. La vas a poner a lavar igual.
-¿Qué más da? ¡Qué más da! -repitió cabreada-. No pienso ponerme estas bragas después de que tú la hayas frotado con tu cosa. Ni aunque las lavara con lejía cuatro veces.
-Lo siento, no he podido reprimirme -confesó Manuel mientras se terminaba de girar y le apuntó con su miembro.
El miembro de Manuel estaba completamente erecto. El pene era más grueso de lo que recordaba, al menos desde ese ángulo, y las venas se marcaban como si estuvieran estrangulándolo. El cabezón palpitaba con líquido preseminal en la punta y los huevos caían flácidos. Isabel se quedó paralizada cuando la señaló con ese monstruo venoso.
-Guárdate eso… -dijo sin convicción y sin dejar de mirarlo.
En ese mismo instante Isabel no vio venir la rebelde mano de su suegro que le subió por el muslo y fue derecho a meter sus dedos en la vagina de ella. Manuel gimió de placer, más alto de lo que la discreción obligaba, al notar que Isabel estaba muy mojada. Y comenzó a meterlos dedos en todo lo que pudo. Isabel reculó hacia atrás para evitar los dedos de su suegro, pero estos avanzaron sin más oposición. Isabel sintió como le temblaban las piernas y entonces percibió como Manuel, con la otra mano, le retiró las bragas que cayeron rápidamente por su propio peso, tan mojadas estaban. Isabel intentó recular nuevamente pero cuando sentía los dedos de su suegro invadirla tan adentro le fallaban las fuerzas y se ponía de puntillas por la excitación.
Manuel ...
... cogió la mano derecha de ella y se la llevó a su pene, que palpitaba sin control. Ella agarró el cabezón con la mano temblorosa. Acto seguido, lentamente, friccionó por todo el miembro de su suegro hasta llegar hasta los huevos, y entonces negó con la cabeza. No quería volver a caer en el mismo error. Hizo acopio de toda su fuerza de voluntad y estrujó los huevos de su suegro con fuerza, con la intención de dañar y no consolar. Manuel lanzó un grito, corto, pero tan alto, que José debió de haberlo escuchado desde la ducha. Y entonces, sin que Isabel lo esperara, un chorro de leche se escapó del miembro de Manuel como un torrente que, como él mantenía la falda levantada con su mano derecha, cayeron sobre la piel desnuda de ella. La vorágine de semen bañó directamente el muslo derecho de Isabel, le salpicó abundantemente en la ingle, y gruesas gotas cayeron sobre los incipientes pelos de su coño. Como Manuel había retirado de sopetón la mano izquierda, con la que masturbaba a Isabel, tras el apretón de sus huevos, las gruesas gotas de semen se arremolinaron y bajaron hasta mezclarse con los propios jugos de ella que rodeaban el clítoris y sus labios exteriores.
Isabel apartó la mano que estrujaba los huevos de Manuel con brusquedad y se retiró hacia atrás molesta.
-Te juro que le contaré ahora mismo a tu hijo lo que has hecho -le amenazó ella.
-No Isa, por favor -le pidió exhausto.
-Te dije que como volvieras a tocarme se lo diría.
-Está bien, ha sido solo un pequeño ...