1. Mi tía, mi prima y la montaña


    Fecha: 15/01/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Alfil-1, Fuente: CuentoRelatos

    Acababa de terminar el bachillerato y el acceso a la universidad. Estaba contento, pero a la vez algo triste pues no salíamos de vacaciones. Mis padres trabajaban todo el verano y mis amigos se iban los dos meses, vamos que me iba a quedar más solo que la una.
    
    -He estado hablando con la tía Josefina y me ha dicho que si te apetece puedes ir al pueblo a pasar unos días!
    
    -Joder, y que voy a hacer en el pueblo! No conozco a nadie!
    
    -Tienes a tu prima Laura, te puedes ir con ella a la playa y seguro que te puede presentar a la gente de por allí!
    
    Apenas recordaba a Laura. Tenía un año más que yo y hacia como cuatro años que no la veía. Dado que no me quedaban más opciones, decidí aceptar.
    
    Hice la maleta y al día siguiente me puse en marcha. Tuve que coger el tren y después un autobús que me dejo en el pueblo costero a media tarde. Mi prima me debió de conocer por la cara de pasmado que debía de tener al bajar del autobús y se acercó hasta mí.
    
    -Hola, tú debes de ser Gustavo! Me dijo con una gran sonrisa.
    
    La miré pero no la podía reconocer. “Joder, como está!” Pensé mientras intentaba balbucear un saludo.
    
    -Si, pero llámame Gus! Tú debes de ser Laura!
    
    -Hola primo! Me dijo dándome un eufórico abrazo y dos besos en las mejillas.
    
    Sus tetas impactaron contra mi pecho como si lo quisieran derribar, y sus labios carnosos humedecieron mi cara levemente. Yo no podía salir de mi asombro, estaba tremenda! Media casi como yo con unas tetas imponentes escondidas ...
    ... bajo una camiseta blanca que dejaba ver la marca de unos poderosos pezones. Sus cortos shorts dejaban ver unos prominentes muslos muy bien contorneados. Sus piernas eran largas y acababan en unas botas que parecían de montaña. Llevaba una melena castaña recogida con una coleta que dejaba ver completamente su cara de piel morena con ojos claros y una gran boca moldeada por gruesos labios sin pintar.
    
    -Me alegro mucho de que hayas venido! Vamos, que mamá está deseando verte!
    
    Dijo agarrándome del brazo cariñosamente y tirando de mí. Llegamos a su coche, un todo terreno cubierto de polvo, parecía que le debía dar bastante uso por el campo.
    
    -Vivimos a tres kilómetros del pueblo. Aquí hay muchas casas salteadas por toda la montaña. Acabé el bachiller y decidí coger un puesto de cartera que había libre, así que me paso las mañanas repartiendo cartas y por la tarde cuido un huerto que he montado en la parte trasera de la finca.
    
    No paró de hablar todo el camino, pero su sonrisa era espléndida y candorosa. Parecía muy entusiasmada con mi llegada y yo empezaba a estarlo también cada vez que miraba sus tetas. Pasamos varias casas aisladas a lo largo del camino hasta que llegamos a la suya. Estaba en una zona alta desde la que se veía el valle. Era grande, de dos pisos, rodeada de un muro alto de piedras al que no podía ver el final. Abrió la puerta automática de la entrada y atravesamos medio centenar de metros hasta llegar a la casa. Todo estaba cubierto de una hierba verde ...
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