1. Mi odiosa madrastra, capítulo 10


    Fecha: 08/02/2024, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... tiraría la puerta abajo, no me importaba nada.
    
    Pero ella estaba sólo unos pasos más allá de la puerta del baño, como esperándome.
    
    — ¡Basta degenerado! —exclamó.
    
    Salió corriendo al living. Ella tampoco podía ir muy rápido estando descalza. Además, no tenía a donde ir. La perseguí. Ella me llevaba unos cuantos pasos. Cuando llegó al sofá grande, lo rodeó para correr en dirección opuesta. La tonta habría de pensar que estaba en una pista de carrera, y que yo doblaría en la misma curva en la que ella lo hizo. Pero en cambio pasé por encima del sillón, para cortar camino, y caí sobre ella.
    
    Ambos fuimos a parar a piso.
    
    — Sos un bruto —dijo ella, agitada—. Sos Brutus. Ese va a ser tu nuevo nombre —bromeó.
    
    Le di un beso. Sentía sus turgentes tetas con mi torso. Mi verga estaba completamente dura. Hice un movimiento y apunté hacia su sexo, el cual estaba lleno de fluidos.
    
    — Esperá, ponete un preservativo —dijo.
    
    Pero el glande ya estaba a las puertas de su vagina, y nuestras habitaciones en ese momento parecían estar a mil kilómetros de distancia, por lo que no me daba ni un poco de ganas interrumpirme. Así que empujé.
    
    — ¡Ay! No León, pará, hagámoslo bien. No quiero… ¡Ay!
    
    Mi pija invadió su sexo sin autorización. Sin embargo Nadia me abrazó y largó un gemido en mi oreja.
    
    — Por favor, no acabes adentro —suplicó.
    
    Estábamos en el piso duro. Aunque lo cierto era que la única que soportaba esa dureza era ella. Yo me encontraba sobre el suave cuerpo de mi ...
    ... madrastra, sin querer salirme de ahí nunca. Hice cortos movimientos pélvicos, mientras escuchaba cómo ella largaba sus excitantes gemidos en mi oído.
    
    — Soy la peor madrastra —dijo, entrecortadamente.
    
    — No. Sos la mejor —la contradije yo, aumentando la intensidad de mi cogida.
    
    Sentía su mata de vello púbico frotarse con la mía mientras entraba en ella. Su piel desprendía un sutil perfume que en ese momento me pareció el más rico de todos. Su cuerpo duro debido a tanto ejercicio se sentía en cada célula de mi propio cuerpo. Sus pezones puntiagudos se frotaban con mi torso. Nuestras respiraciones parecieron estar sincronizadas. Durante algunos minutos, fuimos uno solo.
    
    Si el primer polvo había salido con mucha facilidad, me daba cuenta de que ahora faltaba mucho para que mi verga estuviera lista para soltar más leche.
    
    Me puse de pie. Extendí mi brazo, para ayudarla a levantarse.
    
    — Vení —le dije, llevándola de la mano.
    
    La llevé hasta uno de los sofás individuales. Ella, entendiendo perfectamente lo que yo quería, se puso de rodillas sobre él, dándome la espalada, en una pose casi idéntica a otra con la que le había sacado una foto.
    
    Era una posición muy sensual, con el orto que tanto me gustaba ver levantado. Pero para mí iba a ser un tanto incómodo.
    
    Me acerqué, intentando decidir cuál sería la mejor manera de penetrarla. Finalmente puse una pierna flexionada sobre el sofá. La coloqué bien en el fondo, hasta que mis dedos sintieron el respaldo. La otra ...
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