1. Quiéreme a mi manera


    Fecha: 09/02/2024, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Bueno, en cierto modo sí, siento un poco de liberación, es como si me hubiera quitado un peso de encima y, cosas que antes ni pensaba, ahora me apetecen.
    
    ¿A qué te refieres? - Pregunté curioso.
    
    ¿Te acuerdas de aquella charla en la que me preguntaste si había hecho algún trío?
    
    Jamás olvidaré tu cara, sí.
    
    Pues ahora no me parece una locura como antes, no sé, he pensado que probar no implica nada, salvo experimentar, y joder, si apetece y no molestas a nadie...
    
    Dejó el final de la frase en el aire mientras me miraba fijamente. Debió ver algo en mi mirada.
    
    Pero no te preocupes, tú no serás uno de ellos.
    
    Pues muchas gracias – Ironicé.
    
    Sabes que si estuvieras se acabaría lo mejor que tengo. Yo te quiero así, solo a ti puedo contarte todas las barbaridades que teje mi mente, lo que hago, todo. Joder, te llamé la primera vez que me comí un culo solo para decírtelo, ni a mi mejor amiga se lo he contado. Y me da miedo perder eso contigo.
    
    Pues es una lástima discrepar en eso.
    
    Me acarició la cara con un gesto acogedor. Me quería a su manera y yo lo apreciaba siempre. La había acompañado en todo momento, a pesar de su ligereza para tomar decisiones que luego, no todas, se convertían en tormentas enormes. Y ahí estaba yo siempre, a su lado, entendiéndola, calmándola, hablándole claro si juzgarla.
    
    Me apetece que seas mi cómplice.
    
    A mí me apetece otra cosa – le dije con toda la confianza del mundo.
    
    Ella sonrió, bajó la mano y apretó mi ...
    ... paquete.
    
    Quiéreme a mi manera – me sugirió soltando mi paquete.
    
    Sabes que nunca he hecho otra cosa, por eso estoy aquí otra vez.
    
    Esta noche debe pasar algo, ¿me acompañas de bares?
    
    Asentí. Salimos de la cafetería y me pregunto dónde ir, puesto que ella llevaba demasiado tiempo en pareja y ya no controlaba como antes. Así que decidí empezar por lugares tranquilos, en los que más de uno se le acercó, pero ninguno la sedujo. “Cuanto idiota”, me decía cuando volvía de hablar con alguno. Cambiando de bares el alcohol iba trabajando, hasta llegar a ese punto alegre que nos permitía cierta locuacidad.
    
    Caminábamos por una calle agarrados, riéndonos de lo acontecido, incluidos los tipos que intentaron algo, “Me gustaría torturarlos, atarlos desnudos a una silla y leerles al Marqués de Sade. Creen que por ir al gimnasio debemos estarles agradecidas. Panda de cenutrios”. Al decir esto me percaté de lo cerca que estábamos de un bar distinto, donde solía ir gente liberal, no un local de intercambio, más bien donde suelen quedar antes de ir a algo más severo. Sin comentarle nada puse rumbo al local.
    
    Este te va a gustar – le dije señalando la puerta.
    
    Ella me cogió la cara, me besó, me dio un apretón en la polla y entró delante de mi. En el interior no había demasiada gente, era la hora en la que la mayoría de los habituales habían salido a locales más y mejor acondicionados para sus propósitos. Nos ubicamos en la barra. A mi espalda quedaba un tipo de mi altura. Ella me dijo que de ...
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