Quiéreme a mi manera
Fecha: 09/02/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... espaldas prometía y me empujó hacia él. El tipo se volvió y me disculpé, alegando que mi amiga estaba un poco borracha. Él se rió y me estrechó la mano presentándose. Yo le presenté a Diana y él se quedó charlando amigablemente con nosotros. Percibió que no éramos habituales del local, cosa que solo pudimos confirmar. Preguntó si sabíamos qué tipo de local era. Le dije que yo sí, pero que ella no. Durante un buen rato estuvimos hablando y riendo, la conversación fluía, resultó un tipo agradable. Diana me rodeó el cuello con su brazo y pegó mi oreja a su boca.
Este sí, quiero comérsela – me susurró.
Yo sonreí, por alguna razón sabía que eso iba a pasar, lo había notado en ella. Él hizo un comentario divertido sobre los secretos y yo, lejos de dar más vueltas, lo miré y me sinceré.
Quiere comértela.
David, que así se llamaba, sonrió.
¿Sabéis que, al fondo del bar, hay unas cabinas donde se puede hacer desde ganchillo hasta felaciones?
Me reí de su ocurrencia y miré a Diana, que asintió con la mirada. Su cara ya era una expresión lujuriosa, el animal asomaba ansioso y expulsaba deseo con una mirada que pocas veces le había visto.
Entramos en una de las cabinas, afortunadamente había espacio para los tres. Cerré la puertas y me volví hacia ellos. Ambos me miraron.
Yo no soy el culpable de nada, así que no me miréis así – les solté.
Diana miró a David.
No quiero que digas nada, solo que me dejes hacer.
Él, como ser inteligente, o quizá ...
... acostumbrado a esos ambientes, obedeció. Diana se agachó, bajó la cremallera de su pantalón y sacó su polla, dejándola frente a sí. Primero la miró, como si la examinara, después la cogió en una de sus manos, acariciándola. La empezó a mover, subiendo y bajando su piel sin quitarle ojo. Yo la observaba atentamente, aunque me contaba todo al detalle nunca la había visto así, y me estaba excitando. Su cara estaba tensa, era su primera polla después de su matrimonio, conseguida de manera azarosa y en compañía de su mejor amigo. La conocía muy bien y sabía que la suma de ambas cosas la encendían hasta no poder ocultarlo. Y ahí estaba, agachada ante la lujuria explícita. Se la metió en la boca. Primero chupó suave, como tanteando o intensificando las sensaciones. Poco a poco subió el ritmo y en escasos minutos era toda una experta. Yo sabía que era lo que más le gustaba porque ella me lo había dicho en varias ocasiones, pero estaba experimentando la diferencia entre saberlo de su boca y verlo en directo, y, a pesar de interpretarlo a la perfección cuando me lo contaba con decoro, puedo asegurar que verlo era infinitamente más excitante.
Ahora lamía el tronco de abajo a arriba con deleite, introduciendo el glande en su boca al llegar al extremo, para volver a bajar lamiendo todo el largo de aquella polla. Entregada a su placer engulló todo lo que pudo y se quedó con ella dentro unos segundos. Al sacarla de su boca hilos de baba la unían a aquel miembro erecto. Pronto perdió el control y se ...