1. El obrero y el policía...


    Fecha: 16/10/2018, Categorías: Gays Primera Vez Autor: renovatio111, Fuente: xHamster

    ... anulada por mis huevos, me enterré en él como un gladiador que apuñala a su rival tras un combate frenético. Lo rellené de semen entre convulsiones pélvicas que me quitaron el aliento durante un par de segundos. Mi miembro perdió parte de su agresividad y me retiré lentamente de las entrañas de mi amigo.Mi falo dejó el ano del policía muy abierto y rojo, pero no parecía roto como temía. Súbitamente, del ano desencajado de ese hombretón grande y enrojecido manó mi semilla en gruesos chorros blancos. Esa hermosa visión me hipnotizó, y solo me despertó el chapoteo sordo que hizo mi leche al caer sobre el hormigón que puse allí con mis amigos obreros casi un mes atrás. Di la vuelta a mi presa, que resollaba con los ojos apretados como el soldado de las películas al que le acaban de extraer una flecha. Su erección de concurso seguía allí.Me lubriqué un par de dedos y los enterré en su ano enrojecido. Hurgué en sus intestinos y le masajeé la próstata. Me costó mucho tiempo de práctica con mis jóvenes machos aprender esto, pero ahora me sale siempre. Al poco rato mi presa mejoró su erección. Su miembro casi ennegreció, sus cojones ascendieron y se pegaron alrededor de su falo, como los cargadores de un arma de fuego. Sus gemidos delataban algo más que dolor. Era un placer desconocido que su cerebro desentrenado no sabía catalogar. El policía abrió sus ojos lagrimosos para ver que le estaba ocurriendo. Su grueso falo curvo era un monolito purpúreo foco de un extraño ritual oscuro ...
    ... que tenía lugar en su propio cuerpo, en su reino íntimo y sagrado, que nunca había sido profanado. Su cuerpo le dio la respuesta que sus ojos buscaban en forma de una eyaculación bestial que yo nunca había visto. Los tres primeros chorros llegaron muy lejos, los perdí de vista, después, su polla extendió tres densas cuerdas de semen a lo largo del torso de mi montura.El policía cerró sus ojos, que le volvían a llorar. Su cuerpo le había traicionado. Todavía entre convulsiones post orgásmicas, su rostro reconocía al fin el placer. Su cuerpo se rendía al fin a mis regalos. Lamí las pruebas flagrantes de esa traición del corpachón agotado de mi compañero. Su semen era cremoso, empalagoso, lleno de substancia. Masajee el cuerpo de mi compañero involuntario. Luego le retiré mis calzoncillos de su boca. Le abrí las esposas y liberé su pie. El policía parecía demasiado confuso o agotado para reaccionar. Cogí unas tijeras y le liberé las manos. Le fui a entregar su ropa, pero me sorprendió con un puñetazo. Y luego otro.Eran puñetazos inexpertos, casi inconscientes, pero puñetazos al fin y al cabo. Me partió la ceja y un labio. La sangre se acumuló al costado de mi cara, aglutinándose en mi espeso bigote y mi barba de dos días. Quedé atontado, y cuando me di cuenta, me había esposado, había recuperado su cinturón con su arma y me apuntaba con ella. No le dije nada, me quedé recostado sobre un bidón, sangrando y resollando, con las manos esposadas a mi espalda, en una posición similar a ...
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