1. El obrero y el policía...


    Fecha: 16/10/2018, Categorías: Gays Primera Vez Autor: renovatio111, Fuente: xHamster

    ... demostración de hombría, empujando hacia su interior con tal fuerza que le levanté del suelo. Sus pies apenas tocaban de puntillas en el suelo mientras él se aferraba al bidón y gritaba, llorando. Lo tenía ensartado en mi polla como un soldado victorioso que, tras una lucha a muerte, empala a su enemigo en su lanza con un júbilo sádico. Durante un segundo, sin embargo, el policía se calló, y se quedó con los ojos abiertos. Creo que fue la primera vez que le toqué su próstata.Finalmente inicié la follada. Empecé a embestirle con rapidez, horadándole con movimientos ligeramente rotatorios, buscando de nuevo ese silencio que le sobrecogió cuando le empalé por completo. Pero mi policía seguía gimiendo y mordiendo mis calzoncillos con los que le amordacé como si le estuvieran destripando, así que me olvidé del altruismo y pasé a movimientos largos y empujes contundentes, que hacían que el hombre se sacudiese al recibir todo el impacto y sus músculos temblasen brevemente en cada embestida. Poco a poco, el pobre macho encontró un ritmo en la respiración acorde con mis esfuerzos y no tardé en reconocer en la forma en que se arqueaba su cuello y su espalda la influencia del contacto de mi falo con su próstata. Incluso su culo ascendió para que mis idas y venidas llegaran más cómodas y profundamente al lugar en el que su dolor se hacía tolerable y casi deseable. Me tumbé sobre su espalda para que sintiera mi aliento de macho en celo en sus hombros sudados. En su hermosa cara, los ...
    ... rasgos que se me habían antojado los signos de una virilidad pacífica y paciente, se apretaban en una mueca de dolor, pero su boca permanecía cerrada, y de sus párpados cerrados manaban lágrimas. Separé un poco más sus piernas con uno de mis pies y le embestí de nuevo, un poco más profundamente. Esta vez se le escapó un gemido que reconocí de algunos de mis potrillos jóvenes y vírgenes que se entregaban a mi entre jornadas.Con impaciencia, metí una mano bajo su cuerpo. Recorrí su vientre redondo y macizo, cubierto por una película de sudor, y descendí hasta su entrepierna donde me esperaba mi premio. Aquel policía tenía un falo corto pero grueso, quizás quince centímetros de suculenta carne sin circuncidar. Se curvaba ligeramente hacia arriba, en un ángulo perfecto, y llenaba mi mano por completo. En la punta, como postre, sentí la textura del fluido preseminal. Tras ese digno miembro, sus dos cojones se apretaban alrededor de su pene, cuyo tronco era visible hasta el ano, donde mi aparato operaba implacablemente. Desplacé todo el aparato reproductor de mi presa hacia atrás, para poder sentir sus cojones chocar con los míos. El asedio de mi ariete prosiguió, incansable, excitado por el ritmo del palmeteo de sus bolas de toro contra las mías. El policía había regresado al corazón de su conciencia, su estado de a****l, ávido de sensaciones, cuyo único lenguaje eran unos jadeos cortos y potentes que se imponían incluso a mis gemidos viriles. A los pocos envites, mi voluntad quedó ...
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