La mejor cita con mi dentista.
Fecha: 17/02/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... mi pantalón, noté por el retrovisor del vehículo un automóvil verde en el cual un rostro conocido parecía discutir con un hombre visiblemente demacrado, era la Dra. Mónica y ese era su esposo. Me apresuré por pagar sin quitar la vista del espejo, y salí en dirección a la recepción de la clínica donde fui recibido por la secretaria de la misma:
—Buenas tardes, colóquese alcohol en gel, por favor. ¿En qué puedo ayudarle? —mencionó la secretaria.
Esta secretaria era otra de las razones por la que me veía animado a nunca faltar a una cita de control, era una mujer muy dulce, la cual no pasaba de los veintidós años. Dicha secretaria era consciente de la belleza de su cuerpo, el cual usaba en reiteradas ocasiones para mantener un juego conmigo, a pesar de nunca haberse acercado a mi explícitamente. El levantarse a llenar con frecuencia su botella de agua caminando frente a mi, el dejar caer ocasionalmente un lapicero y agacharse para recogerlo, o desabrochar el botón superior de su camisa eran parte del repertorio que utilizaba para que la devorara con mis ojos, todo mientras se dirigía a mi de forma totalmente profesional y no salía nunca de su papel de secretaria.
—Buenas tardes —le contesté. —Vengo a cita con la Dra. Mónica, creo que estoy apuntado en la agenda a las seis. —mencioné con seguridad.
—Claro, revisaré —dijo mientras abría la agenda. —Mónica, seis de la tarde, dolor de muela —murmulló. —Tome asiento, le indicaré cuando pueda pasar, la doctora tuvo ...
... que salir un momento, de todas formas usted es la última cita del día —me mencionaba mientras jugaba con el botón de su ajustada camisa.
—Gracias, esperaré —le dije mientras tomaba asiento en una de esas duras e incómodas sillas de consultorio.
Me acomodé y ella quiso empezar con su juego, se levantó, tiró la poca agua de su botella en una planta, y se dirigió al dispensador. Como siempre se inclinó sobre el para brindarme una excelente vista de su culo, el cual se veía resaltado por lo ajustado de su falda, además se apreciaban sus gruesas piernas adornadas por unas medias translucidas de color negro. Ella pasó su mano por el exterior de su falda, disfrutando como mis ojos seguían el recorrido que ella marcaba. Terminó de llenar la botella, se enderezó y se sentó nuevamente en su escritorio para continuar trabajando, como si nada hubiera sucedido.
En ese momento entró a la sala mi redentora, en la cual depositaba mis esperanzas de ser librado del dolor que me impidió hoy llevar una rutina normal. Se le notaba triste, resultado esperable de la escena que se había desenvuelto en su vehículo. Su maquillaje se encontraba corrido a raíz de las lágrimas que aún se estaba secando, llevaba puesto un uniforme azul que le hacía justicia a su figura, los pantalones medianamente ajustados, así como su camisa que dejaba sobresalir lo mejor de sus más de tres décadas.
—Buenas, disculpe la tardanza, ya será atendido —dijo en un tono de voz débil, mientras ingresaba a su ...