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Mis dos perras calientes
Fecha: 25/02/2024, Categorías: Gays Autor: Perverso 69, Fuente: CuentoRelatos
Nací y crecí en provincia, en el pueblo no había mucho trabajo y no se aspiraba a grandes sueldos. Cada Navidad, llegaban los vecinos de vacaciones, ellos trabajaban en la capital. Del pueblo eran muchos los que trabajaban en la capital, y nos platicaban cómo era la vida allá, llegaban con buenas ropas, buenos calzados, mucho dinero para gastar y disfrutar de lo que quisieran. Uno de esos vecinos era Agustín mi amigo, quién me platicaba lo bonito que era trabajar en la capital, me comentaba que el rentaba un cuarto con la güera, se me olvidaba decirles que Agustín y la güera son gays, desde niños ya mostraban su lado femenil. Pero eran mis camaradas, no me importaba. Platicando con ellos me convencieron para ir a la capital a trabajar. Junté dinero preparé mis maletas y me fui con ellos, ellos son mis vecinos y mis amigos desde primaria. Cuando me dijeron que todos se iban en el mismo camión, pero él y la güera rentaban juntos y me ofrecieron quedarme en su cuarto mientras yo conseguí al mío propio, no dudé en aceptar el trato. Llegó el tan esperado día y nos fuimos a la capital, me instale en el cuarto de ellos y yo dormía en el sofá. Estando ahí, desde la primera semana todo cambió. Me consiguieron trabajo y todo súper bien. Los tres trabajábamos de lunes hasta sábado a mediodía, teníamos para descansar la tarde del sábado y todo el domingo. Recuerdo muy bien nuestro ritual, desde el primer sábado que estuve con ellos. Ellos me platicaban qué cada sábado ...
... llevaban a un chico diferente para devorar. Este sábado en la noche estábamos los tres disfrutando unas cervezas y ellos me platicaban a detalle lo que hacían con el chico que llevaban. Era tan excitante lo que me platicaban, qué mi palo lo tenía más erecto que un poste. Recuerdo que les dije, ya no sigan porque voy a reventar la cremallera de mi pantalón. Ellos rieron y me preguntaron ¿A poco te aventarías un trío con nosotras? Y yo les dije, mientras no me quieran dar a mí, todo está bien. Rieron mucho, y dijeron, somos pasivos no te preocupes. Nos encanta la berenjena. Yo ya me sentía un poquito mareado, los dos se levantaron y la güera comenzó a darme masaje en los hombros y a susurrarme al oído, “te va a encantar solo déjate querer”. Agustín por el contrario se puso de rodillas frente a mí, me desabrocho el pantalón y me los bajó junto con mi bóxer hasta las rodillas. Mi falo ya estaba muy erecto. Agustín comenzó a mamarme. Se pasó un buen rato mamando, mientras yo disfrutaba otra cerveza y disfrutaba del masaje, ¡Qué rico! exclamé. De pronto la güera se metió al cuarto y regresó con unas almohadas, le dio uno a Agustín y uno utilizó el. Los pusieron en el suelo, se arrodillaron encima y entre las dos comenzaron a disfrutar de mi rico falo, sin meter las manos con la pura boca me daban tremendas chupadas, así por un buen rato, yo me terminé la cerveza que había destapado. Y al ver a esas dos perritas mamándome la verga me sentía poderoso. Me excitaba mucho. Hasta ...