Mi infidelidad y las ventanas
Fecha: 25/02/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Analucy Torelo, Fuente: CuentoRelatos
... ropa fue cayendo al suelo y pronto nos encontrábamos desnudos en la recamará. Alberto estaba muy firme y me penetró tras un poco de juego previo. Empezó a moverse lentamente y fue incrementando el ritmo. Sus embestidas fueron cada vez más fuertes hasta que se corrió. Por mi lado alcancé un ligero pero satisfactorio orgasmo.
Para el martes de esa semana, ya me había hecho a la idea de buscar otro taller para cambiar las ventanas. Por la noche Alberto me avisó que se marcharía todo el fin de semana, la final de su equipo se jugaría en una ciudad ubicada a 3 horas de la nuestra.
Eso significaba que ese fin de semana, de nuevo, la casa no tendría la atención de mi esposo. Debo reconocer que estaba fúrica.
El jueves por la noche Alberto repitió la fórmula de la discusión anterior, se disculpó sinceramente, prometió compensar el tiempo perdido y comenzó a acariciarme.
Yo seguía muy molesta, pero respondí a sus caricias, Alberto me beso los pezones y metió uno de sus dedos a mi coño que empezaba a humedecerse. Mi mente seguía fija en el retraso de la remodelación de la casa. Si al menos, pensaba - yo pudiera resolverlo sola, le llamaría al hombre de las ventanas. - Entonces algo sucedió.
Alberto seguía tocándome y excitándome mientras mi mente recordaba al fuerte y robusto técnico. No puedo decir si fue el ligero resentimiento que experimentaba por ser su segunda prioridad; o de verdad sentía un obscuro deseo por el hombre de las ventanas.
En ese momento mi ...
... mente fantaseó que el hombre que me poseía no era mi esposo, si no el barrigón con sus gruesas manos, lo imagine sobre mí, que, con su gran estatura y peso, me sería imposible evitar que me hiciera suya. Cerré los ojos y sentí adentro a Alberto, quien estoy segura notó que mi interior ardía y estaba súper lubricado.
Busqué sus labios, hambrienta de su lengua, mientras mis piernas lo apresaban con toda mi fuerza y mis uñas se enterraban en su espalda. Normalmente mis gemidos son bastantes discretos.
¡Esta vez no!
Mi boca no podía contener el placer que sentía de imaginarme entregada a otro hombre; más grande, más pesado y fuerte.
Sentí que Alberto se vaciaba dentro de mí, e instintivamente comenzaba a retirase. Lo apreté fuerte con mis piernas, con mis brazos y con las paredes de mi coño, me moví bajo él, tratando de aprovechar su reminiscente dureza y froté mi clítoris con su pene tanto como pude de manera que me vino un intenso orgasmo. Casi grité de placer cayendo rendida con la respiración entrecortada.
¡Me había corrido como nunca! mi esposo estaba feliz y yo volví a buscar su sexo flácido para pajearlo y hacerlo endurecer nuevamente.
Repetí el encuentro anterior. Mi esposo un poco sorprendido utilizó toda su energía para satisfacerme.
2
Rendido al otro día, lo llevé al punto de encuentro con sus compañeros de equipo. El fin de semana estaría sola.
Mi primera tarea fue, lavar la ropa. Tomé la chaqueta que Alberto dejó sobre el asiento trasero de ...