1. Mi historia con una mujer maltratada (3)


    Fecha: 26/02/2024, Categorías: Hetero Autor: Tmy456, Fuente: CuentoRelatos

    ... y me acarició la pierna.
    
    Ese mismo día por la noche, fuimos a un Faricci de Ramos Sur en su auto (un Fiat Palio que manejé yo en todo el trayecto), y pedimos un kilo de helado. El de la caja me preguntó: "¿Para acá o para llevar?". Le dije que era para llevar, fuimos a pasear un poco por Ramos Sur, le compré unos chocolates a escondidas, (salieron caros, pero valieron la pena) y nos volvimos al departamento. Ni bien llegamos, ella agarró dos cucharitas y nos sentamos en el sillón. Ella había pedido limón y dulce de leche, yo pedí Chocolate granizado y frutilla a la crema. Pusimos el aire en 25. Ella eligió una comedia romántica, la puso en la tele y nos pusimos a tomar el helado del pote. Fue lo más romántico que los dos habíamos hecho en muchísimo tiempo. Cuando se terminó el gélido, bajé el volumen con el control remoto del televisor y la besé como si me la estuviera comiendo. Por un momento se apartó.
    
    —Sólo vos me podés dar un beso así sin permiso, dijo.
    
    —¿Sabías que por las noches me gustas más, aunque duelas el doble?
    
    —¿Y vos sabés que yo te quiero mucho?
    
    La toqué un poco y sentí que estaba mojada.
    
    —Estás empapada, le dije.
    
    —Es que sabés cómo mojar a una chica.
    
    —Te corrijo, a una mujer.
    
    —No importa, lo que sea, besáme.
    
    Continuamos besándonos.
    
    —Vivimos deseando enamorarnos, pero con miedo a sentir.
    
    —¡Dejémos de decirnos indirectas pelotudas y comeme la boca!
    
    —Sos una dulzura a veces ¿eh?
    
    —Y... ¿viste cómo es?
    
    —...
    
    Seguimos ...
    ... besándonos y cuando se acabó el beso, le dije:
    
    —Te tengo una sorpresa.
    
    —¿Cuál sorpresa?
    
    —Ahora te muestro.
    
    Fui a buscar los chocolates que había comprado y se los mostré.
    
    —No pudiste...
    
    —Sí, si pude.
    
    —No lo puedo creer...
    
    —Creélo.
    
    Se los di en la mano.
    
    —¿Cuánto te costó todo esto?
    
    —No importa, son para vos.
    
    —¡Gracias, amor! No sabés lo que significa para mí esto.
    
    —Sí que lo sé. Por algo los compré.
    
    —Sos un bombón.
    
    —Y vos la cosa más preciosa que vi en mi vida.
    
    Se comió aproximadamente 1/4 de la caja y acabamos durmiendo en el sillón.
    
    Media semana después:
    
    —Che, Rey. ¿Te molesta si invito a algunas amigas a casa hoy?
    
    —No, para nada. Es tu departamento, hacé lo que quieras.
    
    —Gracias, corazoncito.
    
    —De nada, enanita hermosa.
    
    Ese mismo día a la noche:
    
    —¿Estás arreglado ya?
    
    —Comprobalo vos misma.
    
    Salí del cuarto bañado, con unos jeans, una camisa negra manga corta que resaltaba mis músculos, un anillo plateado de compromiso, una cadenita con una cruz de plata, unos zapatos épicos y re perfumado. Bastante informal.
    
    —Estás precioso.
    
    —Vos tampoco estás tan mal, le dije. (Hizo una mini pose de modelo y exploté). ¡Te hacés la linda y ya lo sos, mi amor!
    
    Ella se había puesto un vestidito negro y rojo que le quedaba joya, no tan ajustado, se había maquillado, se pintó las uñas de negro, se puso unos tacones para parecer más alta, un anillo de plata como el que yo tenía, unos aritos, un collar dorado que ...
«1234...»