1. Mi historia con una mujer maltratada (3)


    Fecha: 26/02/2024, Categorías: Hetero Autor: Tmy456, Fuente: CuentoRelatos

    ... que me demuestres en la cama quién manda como lo hiciste en la mesa con esas conchudas". Me mordió la oreja, besó y lamió mi cuello y me dijo: "Te espero en la cama, papi".
    
    Terminé de lavar apresuradamente y entré en la pieza. Anen había puesto una música un tanto sugerente. Se había quitado el vestido, quedándose con una tanga roja y un corpiño negro. Verla desnuda es como tocar el cielo. Siempre la había visto con unas calzas deportivas y un top negro o blanco en Funcional, desde ese momento me empezó a gustar, ahora la estaba viendo desnuda en su cama.
    
    Me llamó haciéndome una seña con el dedo y diciendo: "Dale mi amor, vení que esta cama no se calienta sola". Obedecí y fui hasta donde estaba ella. Me acosté en la cama, me saqué la camisa negra y el pantalón de jean, nos empezamos a tocar y en una instancia, estábamos los dos tan, pero tan calientes, que ella me dice: "Quiero que me pongas en cuatro, amor". "A la orden, señora", respondí susurrando. Agarré un preservativo de la mesita de luz, me bajé el bóxer, abrí el envoltorio del forro y me lo puse. Ella acercó su boca al lóbulo de mi oreja y susurró: “Vos ya me hiciste sentir mujer, ahora yo te quiero hacer sentir hombre, papito hermoso”. Me encantaba que me hable así. La puse en 4, la empecé a tocar por encima de la tanga y estaba húmeda, se la arranqué, acaricié sus cachetes y los apreté suavemente por un rato. Asomé la punta y la restregué por sus labios. Entonces la agarré de la cintura y se la empecé a meter ...
    ... suavemente, ella me pidió que suba la intensidad y eso hice, la agarré de las trenzas y empezó:
    
    —¡Sí! ¡cogéme! ¡Animal!
    
    Comencé dándole nalgadas suaves.
    
    —¿Te gusta esto?
    
    —Sí. Dame más fuerte, por favor.
    
    —¿Qué sos?
    
    —¡Una perra, una zorra, una puta!
    
    —...
    
    Quería que se acostumbre a que la traten bien.
    
    —¡¡Ahora soy tu perrita fiel, tu zorra, tu puta, mi amor!!, gritó.
    
    En ese momento entendí que ella no quería cooperar. Pero esa frase me prendió la mecha y mi cabeza dijo: ´ya fue´. La forniqué salvajemente. Le desaté las trenzas y tiré de su pelo con un poco más de fuerza. Agarró una almohada y la empezó a morder, apretó las sábanas con muchísima fuerza.
    
    Ella gemía y gritaba de placer mientras que yo la penetraba ferozmente.
    
    —¡Anen!
    
    —¡¡Cogéme!! ¡No pienses en nada más que eso, semental! ¡Hacéme tuya!
    
    —...
    
    —¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!, repetía sin cesar.
    
    —...
    
    —¡Estoy a punto de llegar, Tomás! ¡¡Tommy!! ¡¡¡Tommy!!!
    
    De un momento para otro, ella se vino y me empapó por completo. Me saqué el preservativo, le hice un nudo, me fijé que no estuviera pinchado y me quedé tranquilo. A todo esto ella ya había caído rendida boca abajo en la cama. Estaba exhausta, pobrecita. Le dejé unos minutos para que descanse y se recupere. Traje una toalla para secarme a mi, que tenía los muslos empapados, pero más importante: a ella, que parecía que le había caído una lluvia en las piernas. Las sábanas... no sé, mejor ni lo explico.
    
    —Vení que te seco, ...
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